Por Ruth Holtz *
Los seres humanos anhelamos amar y ser amados. Es un anhelo nacido de la esencia de nuestro propio ser, esto es, somos amor. La posibilidad de ser gestados fue mediada por el amor, la atracción y el deseo. Y ya desde esa perspectiva podemos ver que el amor es algo complejo en el que combinan esos elementos: la atracción sexual, biológica, el impulso a la reproducción de la especie a la que nos instan las hormonas; el deseo, la pasión, la necesidad de sentir placer, de sentir el cuerpo y disfrutarlo; el amor, el anhelo de complementariedad, de comunicación, de dar de sí mismo, de comprenderse y de ser generosos con alguien a quien sentimos parte de uno mismo.
Todo esto que dijimos sobre el amor puede ser cuestionable, y seguramente más y más ideas, pensamientos y sensaciones vinculamos con el amor o creemos que es el amor. Sabemos pues, que el amor es de esas potencialidades humanas inapresables e imposibles de colmar, como nuestro ser mismo, siempre en crecimiento, buscando la madurez y los rostros que más puedan proyectar su esencia más profunda. Y precisamente que el amor esté en proceso, que madure conforme maduramos, que es nuestro ser mismo en tanto se entrega y anhela la entrega del otro, es lo que lo hace vulnerable, como otros valores humanos de ser tomado para proyectar en él intereses ajenos a él tal como el poder, la vanagloria, la manipulación, el comercio, el dominio, la tiranía, el sacrificio, el triunfo, el fracaso, el sufrimiento, la gloria, etcétera. Bien podríamos decir que el amor es también todo eso y que no lo es. Siendo así es “el talón de Aquiles” del ser humano, su punto vulnerable, aquél en que puede ser atacado, manipulado o sometido.
A nivel cultural, social, económico, nos han vendido ideas románticas sobre el amor que han permitido a esos sectores que mencionamos ejercer control sobre nosotros. Vemos jóvenes atrapados en buscar una pareja que responda a expectativas similares a las de los personajes de las películas, de los comerciales televisivos o a los deseos del grupo familiar o social al que pertenecen y aferrarse a relaciones que “les cumplen esas expectativas” y los deja tranquilos. Entonces se alejan de encontrar el verdadero amor. Pero habría que repensar qué significa esto, madurar nuestra capacidad de amar para no quedar atrapados en “el comercio del amor”. Una manera es conociéndonos más profundamente y trabajando en nuestros puntos frágiles para no caer presa de los sueños que “nos venden” ni y tras espejismos. Descubriendo el amor en nosotros mismos y a nosotros mismos. Aceptando lo que somos y lo que hacemos y simplemente… gozarlo.
*Psicoterapeuta. Teléfonos: 312 330 72 54 / 312 154 19 40
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