Cuando la Universidad de Colima (UdeC) decidió apostar, hace 10 años, por un festival dedicado al jazz, lo hizo con una visión que iba más allá de la música. El Festival Internacional Colima Jazz no nació solo para ofrecer conciertos, sino para formar públicos, abrir espacios de encuentro y demostrar que la cultura es, también, una poderosa herramienta de transformación social.
La décima edición, que inicia este 3 de septiembre y se extenderá hasta el 11 de octubre, es la prueba de que ese propósito se ha cumplido. Reunir en un mismo programa a artistas de Nueva York, Cuba, Venezuela, Colombia, Veracruz y Ciudad de México, junto con talentos locales, es fruto de una estrategia sostenida de vinculación, formación y apertura. No se trata solo de traer a los mejores intérpretes, sino de ponerlos en diálogo con estudiantes, docentes y público general, para que el jazz deje de ser un género lejano y se convierta en parte viva de nuestra identidad cultural.
El lema de este año, “Jazz en comunidad”, resume el espíritu del festival: sumar voluntades, tender puentes, crear redes de colaboración que involucran a la comunidad universitaria, colectivos locales, instituciones culturales y patrocinadores comprometidos. La cultura, entendida así, deja de ser un lujo para convertirse en un derecho, y el acceso a ella -con eventos gratuitos o de bajo costo- en un acto de justicia social.
La relevancia de nuestro festival no se mide solo en su cartelera de conciertos y talleres, sino en su capacidad de transformar realidades. Llevar música de calidad a distintos municipios, abrir espacios de aprendizaje con clases magistrales, invitar a la reflexión a través de charlas y presentaciones de libros, todo ello fortalece el tejido social. Y lo hace desde una perspectiva académica y artística que distingue a la UdeC como una institución que no se limita a impartir conocimiento, sino que lo vive, lo comparte y lo expande.
La Universidad de Colima, con esta décima edición, nos dice que la cultura no es adorno ni accesorio, sino motor de desarrollo humano y social. Y ese es un mensaje que, como comunidad, debemos no solo aplaudir, sino asumir como compromiso propio.

