ARTÍCULO: Desafío de redacción

Lo que dejé detrás
Por Valeria Marisol Miramontes González*
La chica terminó de ponerse el labial mientras echaba un vistazo a través de su espejo al reloj de manecillas en la pared a su espalda. ¡Era tardísimo! La fiesta ya había empezado. Nunca fallaba en tardar demasiado arreglándose y siempre salir tarde. –¡Mamá!, ¿has visto mi zapato, el tenis rosa? – gritó desde su cuarto, después de haber buscado el par de su tenis por todo el lugar. Su cabeza comenzaba a doler por el estrés.
—¡Está acá en la sala! ¡Canela se lo ha de haber traído! – contestó su mamá segundos después. La chica sacudió la cabeza pensando en lo inquieta y juguetona que era su perrita. Estaba por salir de su cuarto cuando su madre apareció con el tenis en la mano. – Te ves bien guapa —, le dijo, mientras sonreía. Ella agradeció a su madre con una sonrisa y se puso los zapatos. Mientras su mamá la observaba y Canela entraba al cuarto agitando la cola.
—Nos vemos Canela, adiós mamá —, se despidió acariciando a su mascota y pasó por un lado de su madre una vez que terminó de arreglarse. Incluso olvidó cerrar la ventana de su cuarto, dejando un poco por fuera la cortina de ésta. Bajó las escaleras pues su casa era de dos pisos, y la cruzó hasta llegar al patio. El cual estaba un poco desordenado. Había llegado hasta el seco árbol que se encontraba cerca de la puerta cuando su madre gritó: —¡¿A qué hora vuelves?! – Ella se detuvo. Aún era de día, pero ya estaba nublado pues pronto anochecería. –No tan tarde – contestó, —como a las diez—.
—Con cuidado, pues – le dijo su mamá desde la puerta cuando ella iba llegando al cancel negro que separaba su casa de la calle. Volvió a despedirse con la mano y salió. Afuera el aire mecía los cables de luz, el árbol y la jardinera.
Se paró justo frente a la pared que separaba su casa y la casa vecina para esperar un taxi. Mientras lo hacía se giró para ver ambas casas. Siempre le había gustado pensar en ellas como dos casas cuatas. Casi idénticas, pero tan diferentes: una blanca, la otra azul. Una más limpia, pero la otra con azulejos y un buzón. El estilo en forma puntiagudo en lo más alto siempre les había dado un aire a un castillo, pero el techo inclinado rojizo y café de ambas casas manchaba un poco esa idea. Más aún la antena en la casa azul y la cantidad inmensa de cables que atravesaban su propia casa.
Por fin, un taxi vacío pasó y ella subió. Esperando pasarla bien en la fiesta que su mejor amiga planeó para celebrar su cumpleaños 19; y también que le gustara el regalo sorpresa que llevaba escondido en su mochila.
Nunca llegó a saber si la hubiera pasado bien o si a su amiga le gustaría el regalo. Jamás apareció en la fiesta. Después de una búsqueda exhaustiva, por parte de mucha gente y poco menos de las autoridades. Todo lo que pudieron darle a su madre fue su zapato: un tenis rosa.
* Alumna del cuarto semestre de Periodismo. Trabajo para la materia de Narrativas del Periodismo.
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