ARTÍCULO: Necesidad de pertenecer a una comunidad

Por *Mtra. Ruth Holtz
Los padecimientos emocionales son debido a una falta de apoyo de su grupo de pertenencia, que idealmente debía ser una com-unidad. Cuando alguien forma parte de un grupo de personas con vínculos estrechos o al menos con interés en el bien de todos, si presenta un comportamiento disruptivo puede ser abrazado por su comunidad para recobrar su rol y función dentro de este, pues allí tiene un rostro propio. Eso de que “las familias pequeñas” viven mejor es una falacia. El que la mujer trabaja, el hombre también, los abuelos viven aparte o están en un asilo, las tías tienen envidia… y los niños asisten a una guardería o a escuelas y clases extras, ha llevado a una falta de convivencia libre. Todos tenemos ciertos problemas para convivir, pero con una comunidad que se apoya podría ser diferente. Sabemos que algunos problemas no son de ahora, son de nuestra forma de ser. No todas las familias son unidas ni se apoyan en todo momento. Los matrimonios son menos unidos, o al menos, antes al menos seguían juntos. Pero si contamos con amigos verdaderos, con círculos de personas que nos nutran todo podía ser más llevadero.
Todo ser humano necesita de una comunidad para entender quién es. Si bien la relación entre sus padres es lo fundamental para comprenderse, el resto de la familia, los amigos, los vecinos son también parte importante. Pero claro, lo ideal es que en estos grupos haya interés de establecer “contacto real” y “unión de corazones”. Actualmente las relaciones impersonales se han vuelto más cotidianos. Aún nuestras relaciones cercanas se han trivializado por el uso de los celulares y demás dispositivos que dificultan el contacto visual y la atención al 100% a la otra persona. Ha veces estamos en el mismo espacio y no estamos en conexión y eso es más abrumador: Juntos en soledad.
El “yo” no existe sin el “tú”, como dice Martín Buber, filósofo. Un psicoanalista, Lacan, le agrega algo más: percibimos la imagen de nosotros mismos en “la mirada”, primero de nuestra madre y luego de otros a los que amamos y de quien sea que nos mire y lo miremos. Todos nos devuelven una mirada de nosotros mismos cuando nos miran. El mirar penetrante del amor de una madre dando de comer a su infante está gestando la imagen que tendrá de sí mismo. Los grupos de pertenencia sólo agregan más a esa mirada inicial, la confirman o la hacen trizas, la desligan o la nutren, la sustituyen, hasta donde se pueda cuando es deficiente.
Con unidad de corazones es la definición más clara y concisa de una comunidad. Y allí prospera la imagen de cada uno, allí somos “contenidos”, abrazados, apoyados, protegidos o, todo lo contrario. Un grupo en el que ya no hay unión ni mirada ya no es una comunidad y ya no gesta al ser humano sino lo “cosifica”, lo vuelve como un mueble: algo que está allí, pero a nadie le importa, sólo cuando lo usan para lo que sirve.
Los problemas emocionales son en el fondo rupturas de las comunidades humanas, falta de identidad, de contención y de guía. Pues en una comunidad también debe haber quien guía, quien nutre, quien sabe y orienta. Llama si te interesa formar parte de un círculo de apoyo. Algo tenemos que hacer para recuperar a la comunidad, pues es en ella que nos acogemos.
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