Opinión

COLUMNA: La Mirilla

Todos vs. los feminicidios

Por Carlos Rodrigo López González

Es sumamente lamentable de lo que día a día nos enteramos en las noticias, sobre todo con aquellos casos en donde además de la violencia que va en incremento exponencialmente, los crímenes como el homicidio, tortura, secuestros y violaciones son más frecuentes hacia las mujeres, y no solo eso, sino que ahora la niñez también es presa de la delincuencia.

La verdad es que podemos enumerar diversos factores por los que podríamos explicar este fenómeno que lacera fuertemente a cualquier sociedad, como la falta de la enseñanza de valores, el machismo, la normalización de acciones violentas, aspectos psicológicos de aquellos que delinquen, el contexto sociocultural, la injusticia, un sistema judicial corrompido e ineficiente, en fin, pero nada de eso lo justifica ni debe ser un motivo para tolerar la violencia.

En estos días, los mexicanos hemos sido testigos de actos aberrantes en contra de mujeres y niñas, como el de Ingrid, Karol y Fátima, en donde el final en los tres casos fue desafortunado, pero lo más perturbador fue la forma en la que se dieron estas muertes, lo que claramente nos dice que el tejido social está en descomposición y nos está afectando a todos. Hacernos la idea de que esto no está pasando o que no es tan preocupante simplemente es una ingenuidad y un problema, ya que eso es normalizar algo que obviamente está mal y, con esas actitudes, el asunto irá en escalada.

Ya se han documentado casos en los que hombres a través de sus redes sociales incluso hacen bromas o se mofan del género contrario, y cuando la violencia visita su casa a través de sus hermanas, madres o tías, es cuando piden ayuda y se lamentan de la situación que atraviesan las mujeres en nuestro país. Y es verdad, nada nos interesa si no nos perjudica directamente, pero eso además de ser egoísta, crea un ambiente falto de empatía que redunda en una comunidad menos solidaria y ajena a las problemáticas.

Aquí no se trata de aumentar los niveles de hostilidad, sino de actuar en conjunto, todos y todas, porque si se comienza una guerra entre hombres y mujeres, nada bueno podrá surgir, por el contrario. Resulta clave entender que la violencia no tiene rostro, no se trata de una lucha de géneros, pero sí de buenos contra malos, esos pocos malos que vulneran nuestra tranquilidad. Somos muchos -la mayoría- los que apostamos todos los días por llevar a cabo a través de nuestras acciones el respeto, la cordialidad, tolerancia y solidaridad con los y las demás, y que son pocos los que pretenden romper con esta forma de vida.

Un problema que debe quedar atrás es la generalización, pues esta forma de pensar solo está permitiendo que se generen polarizaciones innecesarias que en nada abonan al desarrollo social y en la erradicación de los males como los de nuestra actualidad. Primeramente, debe quedar claro que los feminicidios nos afectan a todos; a mí me lastimaría profundamente que a alguna amiga, mi madre o mi hermana fueran víctimas de un hecho delictivo y el ver que la violencia con razón de género está permeando con fuerza me preocupa, es algo incongruente pensar que a todos los hombres nos es ajeno este escenario.

Miles de mujeres, desde meses atrás, se han manifestado en las ciudades de distintas formas para expresar su rechazo a estos hechos que las vulneran, así como para exigir a las autoridades verdaderas acciones que permitan las mejores condiciones en cuanto a seguridad. Claro que estas marchas deben seguirse realizando, es un derecho y un llamado de atención con la finalidad de que haya un mejor horizonte para ellas. No hace falta entrar en la discusión sobre las formas en las que se han llevado a cabo, eso no es relevante ni ayuda a resolver el problema de fondo, sino que lo acrecienta. Lo dicho, muchos descalifican las acciones de feministas y menoscaban al movimiento porque existe una falta de empatía al no verse afectados directamente. Esto debe cambiar, y es menos difícil siendo reflexivo y no ignorando el tema.

El próximo 9 de marzo se pretende llevar a cabo “un día sin mujeres”, como una forma de hacer ver que, sin mujeres, la sociedad es inoperante. Totalmente de acuerdo con la premisa y con la acción, pues es sumamente necesario entender que no podemos progresar en ningún sentido sin considerar a las mujeres. Ellas son parte fundamental en el crecimiento de la nación, son pieza clave en el engranaje que permite hacer caminar a la economía, la cultura y la sociedad. Me parece muy buena manera en la que se visibilizará la problemática, pero también sería el día idóneo para empezar a reflexionar y, desde nuestra trinchera, asegurarnos de no practicar ninguna forma de violencia hacia ellas.

Insisto, el enfoque debe ser hacia las causas y causantes que permiten el quebranto del Estado de derecho, en las maneras en las que podemos incidir para revertir el panorama tan sombrío que las acompaña, pero más que nada, en exigir al unísono una actuación contundente y eficaz por parte de las autoridades de justicia, en aras de garantizar la protección integral y que con ello no reine la impunidad como hoy en día ocurre. Ese es el objetivo por alcanzar.

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