Por Blanca F. Góngora
Promesas Morenas para Educación
En mi artículo anterior compartí las promesas Verdes para educación y ahora nos enfocaremos en las promesas Tintas con toques lejanísimos de azul turquesa, sí, las promesas de Indira Vizcaíno candidata de Morena-Panal a la gubernatura de Colima, quien dicho sea de paso, ha afirmado que los maestros serán prioridad y aliados del cambio verdadero en su Gobierno, frase que podría ser contundente si no les expresara lo mismo a los médicos cuando va con el sector salud, a los campesinos cuando va al encuentro con ellos, a los comerciantes cuando va a los mercados, etcétera. Está bien que todos sean prioridad, lo malo es hacer creer que un gremio es el “elegido” para marcar la diferencia.
A los maestros les ha prometido revisar sus prestaciones, les ha hablado de la importancia de que se les reconozca por todo lo que están haciendo, no solo en eventos como este (refiriéndose a un evento convocado por ella con motivo del Día del maestro) sino “en los hechos, en lo que significa tener las prestaciones que por derecho les corresponden”, promesa que si somos sinceros tampoco significa gran cosa pues es lo mínimo que cualquier gobernante debe garantizar y no como un favor, ni como una promesa, sino como una obligación que se tiene legalmente hacia cualquier trabajador de cualquier gremio.
A la niñez colimense le ha prometido becas para continuar sus estudios, guarderías y mejor transporte. El ofrecimiento de becas no me extraña porque el Gobierno federal, también morenista, todo lo quiere resolver entregando dinero. Lo de “mejor transporte” no sabemos más, si cambiará unidades, si se otorgarán facilidades para transporte escolar como descuentos o pases gratuitos; y lo referente a las guarderías bien haría en rehabilitarlas pues el Gobierno federal, de su mismo partido, contribuyó al cierre de las mismas.
Indira ha prometido la creación de la escuela de artes y oficios; en nuestro país existió la primera en 1843 pero no tuvo éxito por toda la inestabilidad que había en el país, después hubo otra en 1856 que tampoco tuvo éxito y, a través del tiempo ha habido diversos intentos, de hecho en el Estado de México hay algunas, pero en el caso de Colima sería mejor enfocar presupuestos y proyectos para las clases de “talleres” (o tecnologías) en secundaria, que es donde se enseñaban las bases de muchos futuros oficios o las técnicas para muchos primero trabajos. Invertir en las escuelas secundarias sería más benéfico, rescatar los talleres y equipar a plenitud esas aulas sí, pero también contar con recursos para su mantenimiento y actualización además de dotarlas de diversos materiales didácticos y materias primas para las clases, así como contar también con más maestros y en mejores condiciones laborales; lo mismo fortalecer las áreas de artes (ya existen en el currículo). Se necesita apoyo para las escuelas, no abrir más; invertir en las que ya tenemos y lograr que todas las escuelas de educación básica tengan materiales suficientes para sus clases de artes; es triste ver cómo los maestros tiene que impartir la asignatura en aulas donde pinceles y acuarelas existen, o enseñar música en escuelas sin instrumentos musicales, algo así pasa con los deportes, todos hablan de la importancia de este en la formación de nuestros niños y jóvenes pero nadie invierte con constancia y a plenitud en ello.
La candidata promete mejorar la calidad de la educación que se imparte en las escuelas públicas; no es novedad, de hecho, la educación de calidad está contemplada ya en la Constitución, entonces no garantizarla es una omisión. No tendría ni que ser promesa de campaña pues es ya un mandato constitucional. Indira propone “hacer obligatorias todas las clases extracurriculares, culturales y deportivas sin que les cueste a las familias colimenses” (¿a cuáles clases se referirá? pareciera como si éstas existieran ya en las escuelas como optativas y solo fuera cuestión de volverlas obligatorias, pero la verdad es que no existen); si se refiere a clases fuera de las escuelas pues faltó especificar para que no se preste a dudas o confusiones, aunque, aun así, surgen más preguntas.
He dejado para terminar este artículo la osadía de la candidata de Morena de prometer la creación de un nuevo modelo educativo para Colima, dice ella “un modelo educativo que transforme conciencias y que genere oportunidades para todos y todas, en donde se incorporarán los valores desde preescolar a secundaria, educación financiera, cuidado del medio ambiente, prevención en materia de salud y educación en las nuevas tecnologías”, suena bonito pero los maestros que han vivido tantas reformas y cambios curriculares e intentos nacionales por implementar un nuevo modelo educativo, saben que no es nada sencillo porque implica un análisis a profundidad que seis años de Gobierno no ajustan y se corre el riesgo de que, entre lo que se planea, elabora, propone, revisa, se capacita a los docentes, se hacen las pruebas piloto, etcétera, pasen los años y este se venga poniendo en marcha en el último suspiro del sexenio (como pasó con el Nuevo Modelo Educativo Priista de Nuño). Un modelo educativo implica también una fundamentación no solo teórica y pedagógica, también filosófica; no solo es cuestión de agregar asignaturas (como la de “Vida Saludable” que hace un año Esteban Moctezuma ufanamente anunció se agregaría en plena pandemia, sin darse cuenta que lo ideal, debido a las circunstancias, no era agregar más, sino hacer una reducción a lo más elemental para evitar sobrecargar a los maestros y estudiantes). Colima, como todos los estados, tiene que circunscribirse en la unificación de un currículo nacional, no es independiente como para implementar “un modelo educativo propio en Colima” es algo así como la ocurrencia de la candidata a la gubernatura del partido Rosa que propone “una nueva y verdadera reforma educativa estatal que pondrá en el centro a los alumnos y a los maestros”, ambas candidatas se apropiaron de los dos temas nacionales más sonados en los últimos años, en el ámbito de la educación: Nuevo Modelo Educativo y Reforma Educativa, y solo los quisieron circunscribir al ámbito estatal sin darse cuenta que el magisterio, por experiencia propia, sabe las grandes omisiones y problemáticas que esto ha implicado y que, entre el proponer y el hacer, la brecha es grande y sabe además las implicaciones que para los docentes significaría todo ello, porque luego, debido a las grandes ocurrencias desde “atrás del escritorio” los someten a ellos a extenuantes cursos y capacitaciones con el frustrante final de que cuando van apenas terminando, llegará alguien más con otra brillante idea para ser implementada.
El día de las votaciones está cerca, entonces como lo dije en mi artículo anterior, la tarea sigue siendo poner atención no solo en lo que prometen (que siempre despiertan ilusiones), sino también en cómo piensan realizarlas (que siempre generan dudas) para así estar más preparados para ejercer nuestro valioso voto.
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