Opinión

ARTÍCULO: Estrecho sentido de legalidad y cambio para las comunidades indígenas

Por José Luís Negrete Avalos

Dentro del desarrollo y presencia que el turismo puede ejercer en el país, como una de las actividades que impulsan el crecimiento comercial y económico del mismo, con un enfoque hacia el aprovechamiento de los recursos naturales y la visibilidad de la cultura y las tradiciones, se señalaba hace algunas semanas la prevalencia del turismo rural, que pretende la participación de las comunidades rurales, y el aporte que estas dan al sector terciario.

Casos destacables son sin duda las comunidades indígenas, que se vuelven el enlace de la actualidad con el pasado y las raíces ancestrales de pertenencia.

Y que, desde el sentido de la legalidad y el marco jurídico, desde la propia Constitución Política en el artículo 2, fracción IV, puntualiza la intención del Estado Mexicano por “preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad”. Además de otras referencias para la protección de los pueblos originarios.

En tal caso, ¿Cómo recorrer el estrecho sentido de la legalidad hasta la situación de cambio urgente para las comunidades indígenas?

Que de forma particular para el Estado de Colima las comunidades de Zacualpan y Suchitlán, son representación tangible de esas comunidades, donde la lucha por la subsistencia de la tradición, conocimientos, gastronomía, y por supuesto la identidad está de forma cotidiana.

Y en ellas puede darse una posible respuesta al cuestionamiento, líneas arriba, el hecho que Zacualpan y en específico Suchitlán, disponen de los recursos naturales y el potencial cultural para trascender más allá de las circunstancias o del contexto adverso, el sentido que puede dar un cambio, recae naturalmente en los propios habitantes, en el ejercicio propio de las tradiciones, de orientar en ese recorrido un sentido en común.

Para no sólo ver el aspecto turístico desde afuera, más bien hacer posible que el impulso de crecimiento esté acompañado por políticas públicas eficientes que favorezcan a los habitantes, impulsando la idea de conexiones que generen un cambio con un verdadero trasfondo de apropiación y realce cultural, es decir, construir un panorama donde la base del desarrollo del turismo rural sea de punto a punto la comunidad.

Donde el efecto esperado se dé en la cultura, la tradición y la voluntad de estas poblaciones para soportar el recorrido por este estrecho sentido de legalidad casi utópica, hasta una complicada oportunidad de desarrollo concreto y duradero para estas comunidades indígenas.

Tal cual lo propone el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) “garantizar la implementación de los derechos de los pueblos indígenas, así como el desarrollo integral y sostenible y el fortalecimiento de sus culturas e identidades”.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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