Entre la anarquía, sin protagonismo de Arda Güler y con los tantos de Çalhanoglu y Tosun, Turquía reinó entre el caos y la brusquedad para firmar una victoria (1-2) ante la República Checa en un duelo marcado por la expulsión del checo Barák, clave en la clasificación para los Octavos de Final del combinado otomano, que se citó con Austria en la siguiente ronda.
Turquía sufrió de lo lindo para dejar en el camino a sus rivales, eliminados con dignidad y al borde de la épica. La República Checa estuvo por momentos a sólo un gol de alcanzar la gloria y peleó hasta el último aliento para sorprender a un equipo que rozó la tragedia. Finalmente, Turquía aguantó, cerró el choque en el minuto 92 con el tanto de Tosun y estará en la siguiente fase con alguna duda.
Antes, su entrenador resolvió una: las críticas que cayeron sobre Vincenzo Montella por no jugar de inicio con Arda Güler en el segundo partido de Turquía no dejaron más opciones al técnico italiano de alinear al talentoso centrocampista del Real Madrid. En verdad, no se vio obligado a nada, porque Güler, pese a su juventud, es un futbolista diferencial que ante un partido complicado como el de la República Checa tenía que jugar sí o sí.
De inmediato, Güler se convirtió en la principal atracción del duelo. La Gülermanía se comió a nombres como Çalhanoglu, Yilmal o Kadioglu, los otros 3 jugadores turcos diferenciales y con más veteranía y experiencia que el chaval de 19 años.
Y el duelo necesitaba de mucho temple porque había mucho en juego para ambas selecciones, que podían clasificarse y también salir de la Eurocopa. Cualquier resultado era posible y la República Checa, con jugadores muy expertos, curiosamente pecó de novato con una expulsión que marcó todo el partido. Barák, primero con una entrada sobre Kadioglu y después con otra a Ozcan, recibió 2 cartulinas amarillas y se fue a la calle.
Era el minuto 20 y la República Checa, necesitada de una victoria, aunque no tenía nada perdido. Convirtió el encuentro en un pequeño campo de batalla para buscar la expulsión de algún turco y así volver a igualarse en número de jugadores con su rival. Entonces, toda la primera parte se convirtió en un duelo muy brusco en el que los checos rozaron su objetivo, porque Yidiz rozó la expulsión con 2 acciones que acabaron en una amarilla cuando pudieron ser 2.
Justo cuando la primera parte llegaba a su fin, la República Checa pudo adelantarse en el marcador con un mano a mano de Jurásek que despejó con el cuerpo Günok. Fue el penúltimo acto de resistencia de los hombres dirigidos por Ivan Hasek, que al inicio de la segunda parte dieron síntomas de agotamiento con el tanto de Çalhanoglu. El jugador del Inter, con un certero derechazo, batió a Stanek, en ese momento lesionado en una estirada previa. Su acierto, pareció liquidar el duelo y la sentencia del combinado checo, que, sin embargo, consiguió levantarse de la lona.
Fue Soucek el encargado de poner picante al duelo y de generar inquietud en Turquía, que a falta de 35 minutos para el final encajó un tanto que necesitó de la revisión del VAR porque Soucek fusiló a Günok justo después de que Chory molestara en un salto a Günok. El árbitro decidió que no había falta por ningún sitio y Turquía se metió en un lío. Con el empate en el marcador y Georgia ganando a Portugal, otro gol en contra le dejaba sin Eurocopa.
Sin embargo, el tanto salvador para los checos no llegó. Tusan acabó con la incertidumbre en el último suspiro y el choque acabó como comenzó: con la brusquedad de una montonera entre los jugadores de ambos equipos que acabó con la expulsión de Chory una vez finalizado un encuentro con 18 tarjetas. Un exceso del que salió con vida Turquía y que terminó con la aventura de la República Checa.