La candidata demócrata a las elecciones presidenciales, Kamala Harris, y el presidente Joe Biden, participaron en Pittsburgh, Pensilvania, en su primer acto de campaña juntos desde que la actual vicepresidenta aceptara la nominación de su partido para la carrera a la Casa Blanca.
En el evento, ambos subrayaron su apoyo a los trabajadores del acero de la corporación U.S. Steel para que esta siga siendo de propiedad nacional y oponiéndose a su venta a la compañía japonesa Nippon Steel.
“Los estadounidenses son los mejores trabajadores del acero del Mundo (…). Esta icónica empresa estadounidense durante más de un siglo va a permanecer siendo estadounidense”, reivindicó Biden, que tomó la palabra primero, ante representantes del sindicato del acero en Pensilvania y un público conformado principalmente por trabajadores de este sector.
Durante su discurso, el mandatario sacó pecho de su gestión en esta legislatura, repitiendo el dato de “16 millones de nuevos puestos de trabajo creados y 800 mil solo en empleos en fábricas”, argumentando que Donald Trump “prometió inversiones, pero no hizo nada” cuando fue presidente.
“Gracias a nuestra ley de infraestructura, Pensilvania hasta ahora ha recibido 17 mil millones de dólares y más de 2 mil proyectos de agua limpia o Internet de alta velocidad asequible, entre otros”, añadió Biden.
Pensilvania es uno de los conocidos como “estados bisagra” en los que no hay una inclinación marcada por el Partido Demócrata o por el Partido Republicano y donde las elecciones de noviembre se pueden decidir por unos pocos votos.
Consciente de ello, Biden volvió a apelar al sentimiento de este estado de tradición manufacturera alegando que “Wall Street no construyó América; la clase media construyó América, y los sindicatos construyeron la clase media”, para regocijo del público.
Actualmente, según la media de encuestas de FiveThirtyEight, Harris recibiría 47.1% de los apoyos a nivel nacional en los comicios de noviembre, mientras que Trump se haría con 43.8%.