El aumento de la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales puede estar incrementando el calentamiento de la superficie terrestre, según un análisis de más de una década de datos de satélite publicado en Nature.
El estudio encabezado por la Universidad Northwest A&F (China) pone de relieve un factor que hasta ahora se había pasado por alto y que podría afectar al clima y a la dinámica de los incendios en el futuro.
En las últimas décadas, -escriben los firmantes- los grandes incendios forestales se han hecho más frecuentes, duplicando o triplicando el tamaño en “el oeste de Estados Unidos, Canadá y el este de España, en respuesta a factores como el calentamiento climático, la gestión del combustible y la despoblación rural”.
Los incendios forestales de mayor envergadura suelen provocar una mayor pérdida de vegetación, pero aún no se han establecido los efectos de este aumento de tierras expuestas sobre el clima.
Los investigadores usaron datos de observaciones por satélite de incendios entre 2003 y 2016 en bosques boreales y templados del norte.
Con ellos demostraron que “en los bosques templados y boreales del hemisferio norte el tamaño del incendio amplificó de forma persistente durante una década el calentamiento de la superficie terrestre en verano tras el fuego por unidad de superficie quemada”, señala el estudio.
El estudio indica un efecto de calentamiento generalizado un año después de los incendios, lo que coincide con investigaciones anteriores. Mediante un modelo matemático, calcularon que el tamaño de los incendios amplificaba el calentamiento de la superficie en Norteamérica y el este de Asia boreal.
El análisis reveló que la evapotranspiración y la reflectividad de la superficie disminuían un año después de un incendio, con mayores descensos tras fuegos de mayor envergadura, lo que significa que la superficie se estaba calentando al liberar menos agua y absorber más radiación entrante que los años anteriores, resumen la revista Nature.
Sin embargo, el efecto de calentamiento de la superficie disminuía en Siberia occidental, central y sudoriental, y en Europa oriental a medida que aumentaba la abundancia de árboles de hoja ancha, en consonancia con su menor vulnerabilidad a los incendios en comparación con las especies de coníferas.
Los autores estiman que estos árboles pueden ayudar a moderar la vulnerabilidad a los incendios y que las futuras estrategias de mitigación de fuegos podrían implicar el aumento del número de árboles de hoja ancha en los bosques para debilitar el calentamiento de la superficie tras el incendio.
Sin embargo, es necesario seguir investigando para evaluar cómo las frondosas pueden ayudar a suprimir el calentamiento superficial en los bosques euroasiáticos.
El calentamiento potenciado por el tamaño de los incendios puede afectar al éxito y la composición de la regeneración, así como a la degradación del permafrost, presentando efectos de retroalimentación adicionales, previamente pasados por alto, para el clima futuro y la dinámica de los incendios.