El silencio en las calles de Venezuela marca el primer día del cuestionado tercer mandato de Nicolás Maduro -investido el viernes en medio de acusaciones de fraude electoral-, con poco tránsito y una reducida actividad comercial, mientras continúan el patrullaje y los controles policiales y militares.
En Caracas, algunos sectores amanecieron prácticamente vacíos y otros con una tímida afluencia de ciudadanos que salieron a comprar alimentos o productos básicos, en vista de los pocos establecimientos abiertos, en su mayoría de áreas consideradas esenciales, según constató EFE en un recorrido por ocho zonas de la capital.
“Hoy sábado me sorprendió (la ciudad)”, dijo a EFE Nixon Ávila, un ingeniero que necesitaba hacer un envío, pero “todo está cerrado”, algo que consideró “inusual”.
“No es normal, me imagino que fue por lo que pasó ayer”, dijo, respecto a la toma de posesión de Maduro, a quien el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo, otorgó la victoria en los comicios de julio, según unos resultados que aún se desconocen de forma desglosada, a pesar su propio cronograma establecía su publicación.
Entretanto, continúa el despliegue de agentes de seguridad, sobre todo en el centro de la ciudad, donde están las sedes de los poderes públicos e instituciones del Estado.
Otro ciudadano, que se identificó como Luis González, dijo a EFE que, mientras “algunos sitios no abren por miedo todavía”, hay presencia policial “por todos lados” de Caracas, donde también percibe una afluencia “muy baja”.
Esperanza
González, un migrante que llegó a Venezuela hace 46 años, lamentó que un país “tan rico” como el caribeño “esté en tanta miseria”.
“Dicen que nada dura para toda la vida”, expresó el hombre, quien se mostró expectante ante los próximos anuncios del “de la oposición, el que ganó las elecciones”, sin decir nombre.
Lorena Figueredo también guarda la esperanza de que se concrete el “cambio” anunciado el viernes por la líder opositora María Corina Machado, quien -aseguró- “está cerca”.
En ese sentido, si bien Figueredo admitió estar “cabizbaja” por la crisis política actual, dijo a EFE que “la última fe” que va a “perder” es la que tiene en la posibilidad de un cambio de Gobierno, en manos del chavismo desde 1999.
Mientras recorría una zona caraqueña “bastante apagada” y “pocos” comercios abiertos, expresó que seguirá en la nación caribeña con sus hijos, quienes “dicen que su Venezuela no la dejan” porque -aseguró- “siguen luchando por su país”.
La concurrida Plaza Baralt, en el centro de la ciudad, estaba “paralizada totalmente”, según afirmó un comerciante que, como el viernes, cuando “la venta fue nula”, preveía que cerraría el negocio antes de la hora habitual por segundo día consecutivo.
“Estamos salpicados por la política, eso también tiene que ver con la afluencia”, expresó a EFE Rodulfo Gutiérrez, un artesano de 68 años de edad, habitante de la capital de esta región fronteriza con Colombia, línea limítrofe cerrada por las autoridades venezolanas hasta el próximo lunes.
La caída de la circulación de personas también se registra en la cinta costera del estado La Guaira (norte), usualmente visitada y donde hoy sobraban espacios para que los vehículos se estacionaran.