Por José Luis Negrete Ávalos
La culminación de un hecho inminente se ha dado el pasado lunes 20 de enero, día en el que Donald Trump asumió oficialmente la presidencia de los Estados Unidos de América; en una ceremonia colmada de impulsos y simbolismos sobre la fortaleza o resurgimiento que él mismo mandatario norteamericano enfatizó durante su campaña, retomando ese sentido en su discurso inaugural.
Entre los aspectos que inevitablemente llamaron la atención fue la firma de los primeros decretos sobre asuntos de importancia no solo para esa nación, también para la relación con sus vecinos Canadá y México, el aumento de los aranceles, como una medida restrictiva para presionar sobre las estrategias contra estupefacientes, el tema migratorio con el trasfondo de las deportaciones hacia nuestro país, haciéndose notorias las acciones inmediatas que golpean las aspiraciones de muchos mexicanos que intentaron el sueño americano.
Pero sobre todo el tema sobre considerar a los carteles como grupos terroristas, puesto que esta situación podría generar complicaciones a gran escala que afectarán a la a corto y largo plazo las relaciones diplomáticas.
Por ello la pregunta que puede orientar este panorama es ¿Las propuestas y ahora decretos firmados por Donald Trump, dejarán un profundo daño en la relación México Estados Unidos?
La respuesta cobra sentido desde la perspectiva de los propios desde los propios sujetos que son afectados por estas decisiones, decisiones que rebasan literalmente las declaraciones y procesos diplomáticos entre ambos países.
Un ejemplo claro de esto serán las afectaciones graduales a las familias de quienes están de manera ilegal, ante la posible disminución de remesas que igualmente fortalecen la economía, y el desarrollo social de nuestro país, ya que la construcción social invariablemente se verá afectada, por estas deportaciones, asimismo, el riesgo de intromisión en aspectos de seguridad y resguardo de la soberanía, por futuros operativos de la Unión Americana.
En definitiva, no solo se ha provocado un caos mediático por las declaraciones y acciones del nuevo presidente de los Estados Unidos, además, se predispone un caos orientado a la estabilidad internacional.
Pero sobre todo a la respuesta y capacidad que México pueda tener para contrarrestar las consecuencias de la política extrema y expansionista que reduce y desvanece los esfuerzos sobre la democracia, con medidas que atenta directamente hacia los derechos civiles.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.
