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Por Redacción Sep4,2023

Retos del desarrollo rural

Por Alejandro Bernal Astorga

El desarrollo rural es el mejoramiento integral del bienestar social de la población y de las actividades económicas en el territorio comprendido fuera de los núcleos urbanos, asegurando la conservación permanente de los recursos naturales, la biodiversidad y los servicios ambientales de dicho territorio.

El campo es importante porque en él se producen los alimentos que diariamente consumimos y las materias primas que requiere la industria para su transformación. De ahí que para impulsar su desarrollo es útil considerar los siguientes elementos:

El federalismo es necesario en un país con un universo de 5 millones unidades de producción agropecuaria y 32.1 millones de hectáreas de superficie agrícola. La diversidad de contextos productivos y recursos naturales, humanos, tecnológicos, financieros e intangibles, requieren de políticas públicas y asignación presupuestal acordes a las necesidades de cada región, cuenca o estado.

La superficie promedio por unidad de producción, en el censo de 2007 fue de 7.7 ha y para 2022 se redujo a 5.9 ha; el 70% de estas, es atendido por pequeños productores, campesinos e indígenas con recursos limitados.

Para contrarrestar la atomización de la superficie de producción, se requiere incentivar la organización gremial y empresarial para generar más ingresos y economías de escala para los productores. Esto incrementará su capacidad para competir en el mercado, permitirá realizar compras y ventas consolidadas, una mayor capacidad de representación, negociación y gestión, la optimización de recursos y la reducción de los costos de producción.

Sin duda, las bases de una organización exitosa son la honestidad, rentabilidad, el bien común y la sustentabilidad. A nivel nacional los productores, al amparo de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, están organizados en sistemas producto, consejos nacionales y estatales; la prestación de servicios y la rentabilidad misma de cada cultivo, ha sido clave para que estas organizaciones sean funcionales y trasciendan.

En México el acceso al crédito se incrementó en un 66.7% en los últimos 15 años, pero hoy solo 265,508 unidades de producción (de un total de 5 millones) tienen financiamiento.  La obtención de préstamos refaccionarios o de avío, a tasas de interés competitivas y el acceso a garantías líquidas son necesarios para la capitalización de las unidades de producción.

El campo envejece y se requiere promover el emprendimiento con factibilidad comercial, técnica, financiera y jurídica para favorecer el relevo generacional y arraigo de los jóvenes a sus comunidades. Factores sociales, económicos e incluso climáticos, han provocado una transformación radical de la población rural; mientras que, en 1952, el 57% de los habitantes del país vivía en el campo, hoy solo lo hace el 23%.

Impulsar la inversión en cultivos con demanda comercial y en regiones de alto potencial productivo, es una forma inteligente de administrar el riesgo. Esto incrementará la calidad, rendimientos de producción y la rentabilidad de la agricultura.

Además, el complemento a una producción que destaca por su volumen y calidad es una comercialización rentable; ambas acciones son igualmente importantes en la generación de valor para las y los productores.

Entre los instrumentos utilizados para comercializar, presentados de menor a mayor conveniencia, se encuentran: la venta de parcela en pie, acuerdos comerciales verbales, la venta a consignación, la venta a intermediarios, la aparcería, el joint venture y la agricultura por contrato.

Sin duda los retos del campo son muchos, pero dignificar el nivel de vida de las y los productores, es el mayor de ellos.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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