Por Marcel Gascón
La invasión rusa de Ucrania le ha dado a Ukrposhta, la empresa pública de correos ucraniana, una misión inédita a lo largo de su dilatada historia: la de ser la avanzadilla del Estado en los territorios que el Ejército libera de la ocupación rusa.
“Somos la primera empresa que entra a los territorios desocupados, y es fundamental estar preparados para hacerlo lo más rápido posible y volver a pagar allí las pensiones y entregar la ayuda internacional”, dice a EFE el CEO de Ukrposhta, Igor Smilianski, que volvió en 2016 de Estados Unidos para hacerse cargo de la empresa estatal de correos.
Además de las pensiones, Ukrposhta entrega las ayudas que el Gobierno de Kiev, la Cruz Roja y la Organización Internacional para las Migraciones pagan a los ucranianos de territorios ocupados por Rusia cuando éstos han sido recuperados por el Ejército de Ucrania.
“Los rusos suelen destruir las líneas eléctricas y a veces se tarda hasta un mes y medio en repararlas, por lo que todo el dinero se entrega en efectivo”, dice Smilianski en su oficina de la sede central del correos ucraniano en el centro de Kiev.
El regreso de la grivna
Los carteros, por tanto, son los encargados de reintroducir en los pueblos y ciudades liberadas uno de los elementos más visibles de la soberanía de un Estado sobre su territorio: la moneda.
“Hasta nuestra llegada, en esas zonas se usaba el rublo (moneda rusa); las grivnas (moneda ucraniana) que traen nuestros carteros son las primeras que vuelven a entrar en la economía local y en unos pocos días los bazares operan de nuevo con moneda ucraniana”, cuenta Smilianski.
La moneda es, en estas circunstancias, mucho más que un simple instrumento para facilitar intercambios. “Para la gente en esas zonas es una representación del Estado; el regreso de la grivna es importante para que vuelvan a sentirse parte de Ucrania”, señala el CEO del servicio nacional de correos.
“Reservistas” y mucha audacia
Para llevar a cabo esta nueva misión y seguir cumpliendo con la de llevar la correspondencia a todos los rincones de Ucrania, Ukrposhta ha tenido que recurrir al ingenio y desafiar a muchas de las normas de funcionamiento de cualquier empresa de su ámbito geográfico y características.
La empresa ha instituido chequeos a los carteros que vivieron bajo la ocupación rusa y no reincorpora a quienes han colaborado de forma activa con las fuerzas enemigas.
Para tener suficiente personal listo para volver a ofrecer servicios en las zonas liberadas, Ukrposhta mantiene en plantilla a más gente de la que necesita en localidades cercanas al frente, de modo que puedan empezar a trabajar de inmediato desde las oficinas portátiles que instalan en estos pueblos y ciudades generalmente arrasados por los combates.
“Cuando la guerra empezó se introdujo un toque de queda nocturno y no se podía circular por la noche, pero la gente quiere recibir sus paquetes a tiempo, por lo que me reuní con el jefe de los ferrocarriles ucranianos y pusimos en marcha, en sólo 5 días, la distribución en tren”, dice el CEO de Ukrposhta.
La rapidez con que comenzó a funcionar el servicio -que ahora sirve también para el correo internacional- sólo fue posible porque la empresa se saltó los protocolos sobre la evaluación de riesgos.
“Para obtener resultados hay que romper las reglas, y es lo que hicimos”, afirma Smilianski, que ve en esta misma actitud uno de los secretos de la capacidad de resistir que está demostrando Ucrania.
Sellos patrióticos
El lanzamiento de sellos patrióticos y conmemorativos de los hitos bélicos ucranianos en esta guerra es otro ejemplo de la agilidad con que el país ha respondido a la invasión rusa.
“Las series filatélicas aparecen siguiendo planes aprobados con 2 años de antelación por comisiones que tienen en cuenta aniversarios de casas reales o campañas paneuropeas centradas en los animales, en el medio ambiente o en otros temas”, explica el CEO de Ukrposhta.
Las distintas entregas de sellos patrióticos ucranianos han aparecido apenas 2 semanas después de ser concebidas. La más exitosa de estas series, que en total han reportado a las arcas ucranianas unos 12 millones de euros, ha vendido más de 8 millones de copias.
Además de fomentar la moral de parte de la población, la iniciativa ha permitido a Ukrposhta reducir las pérdidas provocadas por la agresión rusa y destinar un millón de euros al sistema educativo nacional y al Ejército.
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