La laguna de Carrizalillos, ubicada en el municipio de Comala, se encuentra completamente seca, una situación que ha generado alarma entre la población, ambientalistas y prestadores de servicios turísticos.
Ese emblemático espacio natural, conocido por ser un sitio clave para el turismo ecológico y el campismo, ha perdido su caudal debido a diversos factores: asentamientos humanos irregulares, cambios en el uso de suelo, sobreexplotación de recursos hídricos y la ausencia de políticas efectivas de conservación.
Con sus paisajes únicos y clima fresco, la laguna de Carrizalillos fue durante décadas un punto de encuentro para actividades como senderismo, ciclismo de montaña y la convivencia con la naturaleza. Su proximidad al Parque Nacional Nevado de Colima la posicionaba como una parada estratégica para visitantes nacionales y extranjeros interesados en el ecoturismo.
Habitantes y visitantes frecuentes relatan que el proceso de desecación de la laguna ha sido gradual, pero se ha acelerado de forma preocupante en los últimos años. Aunque no se cuenta con datos oficiales recientes sobre el volumen de agua que albergaba, se sabe que durante las temporadas de lluvia alcanzaba dimensiones significativas, propicias para actividades recreativas y esenciales para el equilibrio ecológico de la región.
La desaparición de la laguna no solo representa una pérdida para el turismo, sino también para los ecosistemas locales, afectando flora y fauna que dependían de este cuerpo de agua.
Ante esa situación, expertos y organizaciones ambientales han urgido a las autoridades a implementar medidas inmediatas para mitigar el daño, restaurar el ecosistema y evitar que casos similares ocurran en otros cuerpos de agua de la región.
La crisis de la laguna de Carrizalillos pone de manifiesto la necesidad de políticas públicas integrales que conjuguen desarrollo sostenible y conservación ambiental. Su recuperación, aunque difícil, es una causa que exige el esfuerzo conjunto de la sociedad, los gobiernos y la comunidad científica.

