Una nueva teoría matemática demuestra que una mayor complejidad cognitiva se relaciona con la lateralización de algunas funciones en el cerebro, por ejemplo, el lenguaje, que suele activar solo el lado izquierdo.
La mayoría de animales tienen cuerpos con simetría espejo (izquierda y derecha son iguales pero invertidas), una propiedad que comparte el cerebro, salvo en el caso de algunas funciones cognitivas que aparecen lateralizadas.
Hasta el momento, no se conocen bien los mecanismos biológicos que hacen que desaparezca, en algunos casos, esa simetría en el cerebro.
El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Luis Seoane ha desarrollado una nueva teoría matemática que demuestra cómo la aparición de más complejidad cognitiva conlleva una presión evolutiva que favorece la lateralización cerebral.
El trabajo de Seoane, que verifica esa hipótesis ampliamente extendida, se publica en la revista Physical Review X, informa el CSIC.
Seoane, del Centro Nacional de Biotecnología, señala que, “hasta ahora, la investigación se había centrado en procesos más mecánicos que también podrían romper la simetría, como el uso preferente de una mano”.
Sin embargo, este nuevo modelo, basado en la ciencia de sistemas complejos, “demuestra matemáticamente” que la evolución de funciones cognitivas avanzadas es un ingrediente clave que puede romper la bilateralidad.
Por ello, “cabe esperar que animales con una cognición más avanzada presenten cerebros más asimétricos”, apunta el científico.
Además, hay casos que progresan de la simetría hacia la asimetría. Por ejemplo, respondemos con ambos hemisferios al lenguaje nada más nacer, pero luego esta función se lateraliza al madurar el cerebro.
La nueva teoría predice, además, que en ciertas situaciones este mecanismo podría operar al revés, es decir, que una mayor complejidad cognitiva podría restablecer simetrías perdidas o generar otras nuevas, duplicando circuitos ya existentes.
El trabajo de Seoane, además de confirmar una teoría largamente aceptada en la neurociencia, abre la puerta a aplicaciones prácticas en neuromedicina.
Este marco teórico, explica el CSIC, permite evaluar cuál es el modo óptimo de trabajo para el cerebro, si hacerlo de forma simétrica o con cada hemisferio por separado, y si una configuración inadecuada puede afectar o causar patologías.