Con el arranque oficial de la temporada de nacimientos, el Centro Ecológico de Cuyutlán “El Tortugario”, ubicado en el municipio de Armería, dio inicio a las actividades de liberación de tortugas marinas, una experiencia que combina educación ambiental, turismo responsable y conservación de especies en peligro de extinción.
María Cruz Rivera, responsable del centro, informó que cada año se registran alrededor de 200 mil nacimientos de tortugas marinas en eta franja costera, correspondientes a las especies negra, laúd y golfina. Esas crías son protegidas desde el momento en que sus madres desovan hasta que logran alcanzar el mar.
“Trabajamos en un tramo de 30 kilómetros de playa, liberando en distintos puntos para evitar que los peces u otros depredadores identifiquen un solo sitio”, explicó.
Antes de cada liberación, el Tortugario ofrece una charla informativa de aproximadamente 20 minutos, donde se brindan instrucciones y datos clave sobre la conservación de estas especies. “Las tortugas no deben tocarse con las manos. Se colocan en una canastita, la gente se acomoda detrás de 2 líneas marcadas en la arena y, en ese momento, se realiza la liberación. Ahí pueden tomar fotos, pero sin alterar el proceso”, detalló Cruz Rivera.
La próxima liberación ya fue anunciada a través de su cuenta de Facebook: Centro Ecológico de Cuyutlán. La participación está abierta al público con el pago del ingreso al centro, sin necesidad de registro previo.
“Nuestro lema es ‘educar para conservar’. No queremos que la gente solo venga a soltar tortugas, sino que entienda por qué esta acción es importante, que se vayan con una semilla de conciencia”, expresó la directora, quien recordó que el porcentaje de crías que alcanza la edad adulta es extremadamente bajo: “De cada 100 tortugas, solo una sobrevive. Por eso cada esfuerzo cuenta”.
Con 32 años de trayectoria, el Tortugario ha liberado más de 3 millones y medio de crías, consolidándose como uno de los proyectos de conservación más importantes de la región. Además, encuestas comunitarias han mostrado que su labor ha influido positivamente en la conciencia ambiental local. “Hay personas que nos visitaron de niños y ahora traen a sus hijos. Eso significa que estamos dejando huella”, concluyó.
