La presencia de la mosca de la fruta sigue siendo una de las amenazas más serias para la producción agrícola del país, al provocar pérdidas económicas, restricciones de exportación y mayores costos de manejo fitosanitario, advirtió el productor y comercializador Roberto Verduzco.
Señaló que esa plaga representa un riesgo constante para los estados considerados libres de infestación, como Nayarit y Chiapas, donde se concentra la producción nacional de mango, limón y otros frutos de exportación.
“El tema de la mosca de la fruta no es menor. Económicamente impacta mucho en los estados libres de la plaga. En el caso de la mosca del Mediterráneo, los problemas se detectan casi siempre en Chiapas, y es una situación que requiere atención federal con campañas muy intensas”, advirtió.
Verduzco destacó que el control de esa plaga exige estrategias coordinadas y permanentes entre productores, autoridades y centros de investigación, ya que su expansión compromete la competitividad de México en los mercados internacionales.
Explicó que la detección oportuna y el manejo adecuado de la mosca del Mediterráneo son fundamentales para mantener las certificaciones sanitarias que permiten exportar frutas frescas a Estados Unidos, Europa y Asia.
“Cuando se pierde el estatus de zona libre, las consecuencias económicas son enormes: se cierran mercados, se incrementan los gastos de fumigación y el precio del producto cae”, señaló.
El productor recordó que los efectos más visibles recaen en los pequeños y medianos agricultores, quienes enfrentan gastos adicionales por trampas, monitoreo y tratamientos fitosanitarios, sin recibir en muchos casos apoyo suficiente para sostener las campañas.
“La mosca impacta en muchísimos puntos. Aunque parezca un problema técnico, afecta directamente la rentabilidad de los productores. Cada vez que aparece un brote, los costos se disparan y la producción se pone en riesgo”, explicó.
Por ello, Verduzco consideró urgente fortalecer los programas federales y estatales de combate a la mosca de la fruta, ampliar la cobertura de monitoreo y destinar recursos a proyectos que mejoren la detección y control del insecto.
“Se necesitan campañas más constantes, con participación de todos los niveles de gobierno y del sector productivo. Solo así se puede proteger la economía agrícola del país”, concluyó.

