El acoso escolar continúa en aumento en planteles de educación básica y media del municipio, alertó Samira Ceja Torres, vicepresidenta de la Asociación en Defensa de las Niñas, Niños y Adolescentes, quien advirtió que la falta de atención familiar y las restricciones impuestas al personal docente están dejando a los menores en una situación de vulnerabilidad.
“Estamos dejando solos a los maestros y a los niños. La primera línea de detección del acoso son los padres, porque conocemos los cambios de comportamiento en nuestros hijos, pero muchos están ausentes por cuestiones laborales, y ese vacío no lo alcanzan a cubrir las escuelas”, señaló.
Ceja Torres explicó que, si bien las y los docentes suelen identificar señales de violencia o exclusión, hoy enfrentan limitaciones legales y temor a sanciones al intentar intervenir. “Antes había protocolos más claros; ahora, por miedo a denuncias o represalias, muchos prefieren no actuar. Les han quitado autoridad y eso agrava el problema”, puntualizó.
La activista sostuvo que el acoso escolar se mantiene oculto en gran parte de las escuelas, ya que las víctimas optan por callar ante el miedo a represalias. “Cuando un niño denuncia, suele ser más agredido, así que terminan por guardar silencio. Eso genera un círculo de violencia que no se rompe”, advirtió.
El problema, añadió, es más crítico en nivel secundaria, donde además del acoso físico y psicológico se han detectado casos de consumo y venta de alcohol y drogas. “Ya no se trata solo de burlas o agresiones verbales, sino de entornos donde los jóvenes están expuestos a riesgos mayores”, apuntó.
Ceja Torres llamó a las autoridades educativas y a los padres de familia a asumir una responsabilidad compartida para frenar el problema. “No basta con señalar, hay que actuar. Debemos dejar de proteger al niño que acosa y enseñarles desde casa el respeto y las consecuencias de sus actos”, concluyó.

