El ex secretario de Cultura del Gobierno del estado, Rubén Pérez Anguiano, consideró acertada la decisión del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de incorporar el uso de redes sociales como un tipo de lectura dentro de sus mediciones nacionales, al señalar que los hábitos de las nuevas generaciones han cambiado y que la lectura hoy se practica también en formatos digitales.
– ¿Cómo valora que el Inegi incluya las redes sociales como parte de sus parámetros de lectura?
– En cuanto a la incorporación de las redes sociales como parámetros de lectura, no me parece algo equivocado. Desde hace unos años me he dado cuenta de que los jóvenes mexicanos sí leen y sí escriben, solamente que lo hacen a través de las redes sociales y de medios electrónicos y digitales.
Si excluimos las redes sociales de esta conceptualización de lectura y escritura, se reduce dramáticamente el porcentaje de lectores, que es lo que está pasando con este cambio de metodología. Así que no me parece mal. A nosotros nos gustaría que los jóvenes leyeran y escribieran lo que nosotros queremos, pero cada generación va encontrando sus métodos, sus caminos y sus tonos para adentrarse en la lectura.
– ¿La lectura en redes puede sustituir a los libros?
– Claro que no. La lectura en redes sociales no va a aportar jamás lo que puede aportar un libro. Pero también es verdad que hay muchos libros que están en el ánimo juvenil y que han acercado a nuevas generaciones a la lectura. Tengo muchos estudiantes que van cargando sus libros bajo el brazo. Yo hago muchos ejercicios de fomento a la lectura y les pido que elijan un libro. Uno esperaría que eligieran clásicos, pero llegan con otro tipo de lecturas que también son válidas, porque inducen afición al contenido lector. Y así ha sido siempre: cada generación encuentra sus propios caminos de acercamiento.
– Usted encabezó en su momento una de las campañas de fomento lector más recordadas en el estado. ¿Cómo las ve en perspectiva?
– La estrategia de peticiones masivas y reparto de libros fue una audacia y una innovación que aprendimos en Colima. No tenía precedentes modernos. Actualmente el Fondo de Cultura Económica está retomando este esfuerzo, haciendo ediciones masivas y regalando libros. Pero creo que lo hace con un sentido ideológico muy marcado por parte de su director. Y la lectura debe promoverse sin contenidos ideológicos. Las ideologías arruinan a la inteligencia humana; lo que la eleva son las ideas.
– ¿Detecta actualmente alguna política pública sólida de fomento lector?
– No. No aprecio políticas públicas de fomento lector, ni en la entidad ni en el país. Las políticas públicas deben generar resultados por sí mismas, y actualmente no veo ese esfuerzo. En el aspecto cultural hay un gran abandono por parte de las instituciones locales y también, en alguna medida, de las federales. Si ubicamos a la lectura dentro del contexto cultural, también está enfrentando carencias de estímulos y de fomento.
– ¿Qué implica para una sociedad dejar de leer?
– Una sociedad que no lee libros disminuye su capacidad de análisis y de visión crítica. Una sociedad que lee y discute ideas es difícilmente susceptible al engaño. Yo percibo que la sociedad actual tiene una gran proclividad a 2 cosas: a ser engañada y a ser fácilmente fanatizada. Ambas características son incompatibles con una sociedad lectora.

