Europa se proclamó campeona de la Ryder Cup por décimo sexta vez en la historia tras imponerse a Estados Unidos con un marcador de 16,5 a 13,5, poniendo el broche de oro a un torneo que dominó durante las 2 primeras jornadas y que cerró en la última, evitando la insurrección estadounidense, contenida en gran medida por el empate clave del español Jon Rahm, bicampeón del torneo, ante Scottie Scheffler, número 1 del Mundo.
Después de la dolorosa derrota en Whistling Straits, Europa se tomó la revancha otra vez en suelo europeo, alargando el invicto en su feudo, ese en el que Estados Unidos no gana desde 1993, con una victoria brillante que cuajó en las 2 primeras jornadas y con un ejercicio de resistencia en la decisiva, cuando los norteamericanos empujaron con todas sus fuerzas para obrar una gesta que el putt de Tommy Fleetwood desestimó en el hoyo 16.
Con un Rahm y un McIlroy estelares, con un Hovland que rindió a un nivel superlativo y con Fleetwood amarrando la victoria, Europa logró el deseado objetivo ante una Estados Unidos que si bien murió con honor en la última jornada, no estuvo al nivel en las 2 primeras.
El domingo comenzó con el marcador del Marco Simone de Roma luciendo un 10,5 a 5,5 favorable a Europa. Mandaban los europeos, pero quedaba lo más difícil, cerrar el triunfo en los individuales, en los que Estados Unidos sacó su faceta más competitiva, esa que no mostró durante las 2 primeras jornadas, y puso en serios aprietos a los de Luke Donald.
Porque pese a estar muy cerca, tuvo que esperar hasta pasadas las 3 de la tarde para poder certificar el triunfo. Fleetwood celebró puño en alto mientras el público celebraba la victoria.
Fue Hovland, pese a empezar el partido el segundo, el que consiguió el primer punto para los europeos, el primer impulso para reencontrarse con la copa de la Ryder. Cumplió su parte y se impuso al estadounidense Collin Morikawa con un resultado de 4 y 3 (cuatro de ventaja a falta de tres hoyos), dejando el título a 3 puntos.
El noruego ganó los hoyos 3, 4, 6, 11, 1 y 16 tras un sólido partido con el que cerró una Ryder más que completa.
Y es que el primer partido de todos, el que abrió boca, fue el emocionante duelo entre Rahm y Scheffler. Un empate justo gracias a la magia de Rahmbo en el último hoyo, con un golpe que ni él mismo se creyó, llevándose la mano a la boca en señal de incredulidad, una pelea titánica entre 2 de los mejores jugadores del torneo, entre dos de los máximos representantes de cada equipo y entre 2 de las figuras más importantes de los últimos años en el golf.
El partido robó los focos durante buena parte del día, hasta que, con 3 puntos de diferencia, los ojos empezaron a posarse en el resto de partidos.
McIlroy, fundamental en esta Ryder con cuatro puntos, volvió a tener la precisión de un reloj suizo para sumar con un 3 y 1 la victoria ante Sam Burns. Patrick Cantlay tumbó a Justin Rose dio alas a los de Zach Jhonson, que a la postre no pudieron rubricar lo que hubiera sido una remontada épica.
Con los marcadores muy ajustados, apareció Tyrrel Hatton para tumbar a Brian Harman y dejar el título a medio punto. Las cámaras se centraron en Tommy Fleetwood, que no falló y con un hoyo 16 para el recuerdo, cerró su partido con un 3 y 1 que dio el título a Europa matemáticamente al no sólo alcanzar los 14.5 puntos necesarios, sino al final superarlos.
La competición terminó finalmente con un marcador de 16,5 a 11,5 gracias a los empates de Shane Lowry y la victoria de Robert MacIntyre.
Europa, como ya hicieran las jugadoras del Viejo Contienente en la Solheim haca pocas semanas, se hizo con el trono del golf mundial. Una victoria coral sustentada en las 2 primeras jornadas y con claro peso de un Jon Rahm histórico y unos McIlroy y Hovland estelares.