La temporada que lo cambia todo: storytelling, omnicanalidad y tendencias que definen a las marcas.
Por Alma Ruth Rebolledo Mendoza**
Diciembre ya no se vive como antes. La temporada dejó de depender únicamente de la tradición y se transformó en un momento en el que las marcas muestran su capacidad para anticiparse, leer tendencias y conectar con las personas desde un estilo de vida más consciente y emocional. Hoy, las empresas que marcan el ritmo comienzan a moverse semanas antes, siguiendo un modelo de anticipación que busca estar presentes en la mente del público incluso antes de que este piense en la primera compra.
Ese adelanto no es casual: responde a una estrategia que aprovecha el instante en el que la gente empieza a imaginar cómo cerrará su año. Quien logra acompañar ese pensamiento inicial gana ventaja, no solo en ventas, sino también en posicionamiento emocional. Aquí destaca la fuerza del storytelling, que dejó de ser un recurso complementario para convertirse en la columna vertebral de muchas campañas. Narrar con sensibilidad, mostrar diversidad y reconocer distintas formas de familia permite que una marca se coloque en un territorio más humano. Ya no basta con ofrecer un producto; ahora se construyen historias que acompañan y generan sentido.
En ese mismo camino aparece la omnicanalidad, uno de los pilares más determinantes del consumo actual. El público ya no separa lo digital de lo presencial: espera que todo funcione como un solo espacio continuo. Descubrir un artículo en redes, resolver dudas por mensaje, revisar detalles desde el móvil y recogerlo más tarde en tienda se ha vuelto parte natural de la experiencia. Las marcas que entienden esta dinámica facilitan la vida de las personas y transforman la compra en un proceso intuitivo. En diciembre, esa fluidez ya no es un lujo, sino una expectativa.
El contenido social, especialmente el de formato corto, también redefine la temporada. En estas ventanas digitales circulan ideas de regalos, reseñas espontáneas y demostraciones que pueden influir en cuestión de minutos. Lo interesante es que no siempre provienen de figuras masivas; muchas veces, la recomendación más valiosa llega de personas con comunidades pequeñas pero genuinas, cuya naturalidad genera confianza inmediata. Su mirada sencilla y auténtica abre una nueva forma de descubrir productos y de acercarse a las marcas.
La personalización aporta un toque final que convierte la experiencia en algo más cercano. Las marcas utilizan información real para ofrecer sugerencias que facilitan la elección: recordatorios oportunos, alternativas alineadas con los intereses de cada persona o avisos de disponibilidad que llegan en el momento adecuado. Este acompañamiento no busca saturar, sino apoyar al público en una temporada donde el tiempo se siente más corto y las actividades se multiplican.
A todo esto, se suma la creciente relevancia de la sostenibilidad. Ya no es un concepto decorativo, sino un criterio que influye directamente en lo que la gente decide comprar. Se buscan productos duraderos, empaques responsables y propuestas que reflejen coherencia con un estilo de vida más consciente. La estética decembrina también se adapta a esta visión: tonos profundos, texturas sobrias y una elegancia tranquila que aporta equilibrio en medio del movimiento del mes.
Diciembre, visto así, se convierte en una prueba de madurez para las marcas. Quienes integran anticipación, narrativa emocional, omnicanalidad, contenido social, personalización y sostenibilidad no solo logran mejores resultados comerciales: construyen una relación auténtica con su público. Y, al final, las marcas que aplican estas estrategias no solo venden más: construyen confianza. En un mercado que cambia con rapidez, la confianza es lo que realmente asegura que una marca permanezca.
*Esta columna es desarrollada por integrantes del UCOL-CA59 La mercadotecnia y su relación con las ciencias sociales, adscrito a la Facultad de Mercadotecnia de la Universidad de Colima.
**PTC – Facultad de Mercadotecnia – SNII Candidato
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