El expresidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) fue puesto en libertad en cumplimiento de una orden del Tribunal Constitucional (TC), a pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) pidió a las autoridades del país andino que se abstuvieran de hacerlo.
Fujimori abandonó el penal de Barbadillo con unas gafas nasales que proveen de oxígeno, un día después de que se conociera que el TC dispuso “la inmediata libertad del favorecido” al restituir los efectos del indulto que le otorgó en 2017 el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski.
En el momento de su salida del centro penitenciario, el expresidente abrazó a su hija, Keiko Fujimori, la líder del partido fujimorista Fuerza Popular, y a su hijo Kenji.
Saludó a algunos de los presentes cercanos a la familia, a la defensa y al partido, y entró en un vehículo gris con sus hijos y su nuera.
Cuando el exjefe de Estado dejó atrás el último control del penal, decenas de seguidores que lo esperaron durante toda la jornada lo recibieron con vítores, música y fuegos artificiales.
Pero la expectativa de su liberación era tal, que el coche se quedó retenido durante cerca de 30 minutos sin apenas poder avanzar por las calles próximas, rodeado de seguidores, policías y prensa que rodearon el vehículo.
Medios locales indicaron que el expresidente se encamina hacia el domicilio de Keiko Fujimori, en el barrio residencial de San Borja.
La liberación de Fujimori se retrasó durante varias horas, debido a un problema biométrico en el penal de Barbadillo, donde están recluidos los expresidentes Alejandro Toledo (2001-2006) y Pedro Castillo (2021-2022).