Los barrios evacuados de Maceió, capital del estado de Alagoas, esperan con inquietud el desenlace de la última catástrofe minera en Brasil, que podría acabar con cientos de viviendas engullidas por una gran mina de sal que se viene abajo.
Eran los hogares de unas 60 mil personas que han sido desalojadas preventivamente desde 2018, cuando la petroquímica Braskem observó las primeras señales de hundimiento del suelo donde excavó decenas de galerías subterráneas para la explotación de sal de roca durante casi medio siglo.
Cinco años después, los presagios se han hecho realidad y una parte de esas minas se están derrumbando. El pasado 10 de diciembre, un pedazo de “la mina 18”, ubicada sobre la laguna Mundaú, en el barrio de Mutange, se vino abajo sin causar víctimas.
Desde noviembre, el suelo en algunas áreas de Maceió se ha hundido cerca de 2.30 metros y el temor crece entre la población, pues las minas subterráneas se extienden por cerca del 20% de esta ciudad del nordeste de Brasil que cuenta con un millón de habitantes.
Paredes tapiadas y pintadas contra Braskem
Los 5 barrios desalojados próximos a la explotación minera, parada desde 2018, son auténticas ciudades fantasma. Muchas casas están tapiadas. De otras solo quedan los muros desnudos y destruidos dando la impresión de una zona de guerra.
La vegetación ya se ha adueñado de muchos hogares, según presenció EFE. También abundan las pintadas contra Braskem, una de las mayores petroquímicas del Mundo y que está en proceso de venta.
Por estos barrios no se recomienda andar solo, ya que desde que fueron vaciados algunos han aprovechado la coyuntura para llevarse puertas, ventanas y otros materiales de valor.
No obstante, en varios puntos hay cámaras de vigilancia que monitorean las calles abandonadas. Porque estos barrios (Mutange, Bebedouro, Bom Parto, Pinheiro y una parte de Farol) son hoy propiedad de Braskem.
La petroquímica brasileña se hizo con ellos tras firmar un acuerdo con las autoridades locales, en 2020, mediante el cual se comprometió a pagar una indemnización millonaria al municipio.
A cambio, asumió la propiedad de la zona para adoptar “medidas de limpieza, conservación, control de plagas y seguridad patrimonial”, garantizando que no la usaría para fines comerciales.
Esas acciones no han impedido, sin embargo, el hundimiento progresivo del suelo, que en algunos puntos llegó a un ritmo de 0.54 centímetros por hora las últimas semanas.
Ante este escenario, la capital de Alagoas declaró el estado de emergencia el 29 de noviembre debido al peligro del colapso inminente de la mina.
Las autoridades ambientales impusieron además a Braskem una multa por unos 14.6 millones de dólares por su responsabilidad en la “degradación ambiental” del terreno.
Asimismo, el gobernador de Alagoas, Paulo Dantas, afirmó a los periodistas que estudian desapropiar esos barrios afectados por “el crimen de Braskem” para crear “un gran parque” natural.
Y defendió ampliar el área en alerta a otros barrios de Maceió que, según él, también fueron golpeados por “el absurdo cometido por Braskem”.
La empresa, por su parte, informó en una nota enviada al mercado financiero que “sigue movilizada y monitoreando la situación de forma ininterrumpida con las autoridades competentes”.