Por segundo día consecutivo, Estados Unidos lanzó hoy bombardeos selectivos contra posiciones de los rebeldes hutíes en el Yemen, pese a los llamados de los países de Oriente Medio y de la ONU no han cesado ante el temor a que esta escalada militar derive en una guerra regional.
La primera acción tuvo lugar a las 3:45 de la madrugada hora de Saná (00:45 GMT), cuando el destructor naval estadounidense USS Carney disparó misiles de ataque terrestre Tomahawk, según el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), que indicó que la acción fue dirigida contra un radar utilizado por los hutíes.
Washington no detalló el objetivo del ataque, si bien testigos afirmaron a la agencia informativa EFE que 2 proyectiles impactaron contra la base aérea de Al Dailami, en el norte de Saná, la capital del Yemen controlada por los insurgentes desde 2014.
El CENTCOM se limitó a explicar que realizó “una acción de seguimiento contra un objetivo militar específico” asociado con los ataques realizados el viernes junto con el Reino Unido, diseñados para degradar la capacidad de los hutíes para atacar buques comerciales en el mar Rojo.
Una segunda ronda de bombardeos, presuntamente lanzados por Estados Unidos, tuvo como objetivo la tarde del sábado la base naval de Ras Kazip, en la ciudad portuaria de Al Hudeida (oeste del Yemen) y desde donde los insurgentes han lanzado decenas de ataques desde mediados de noviembre contra el mar Rojo y el Golfo de Adén, de acuerdo con testigos consultados por EFE.
Hasta el momento se desconoce el alcance de la acción, que no ha sido anunciada por Washington, si bien se produjo pocos minutos después de que los hutíes lanzaran desde el puerto de Al Hudeida un misil en dirección al sur del mar Rojo.
Residentes de Al Hudeida, por su parte, indicaron a EFE que durante toda la jornada del viernes drones de reconocimiento estadounidenses han estado sobrevolando la localidad, que ya fue atacada en la operación a gran escalada estadounidense y británica del viernes.
Pese a esta nueva ronda de ataques, los hutíes mantuvieron silencio y todavía no han emitido ningún comunicado anunciando una represalia, pese a que ayer llamaron a una “guerra abierta” contra Estados Unidos y el Reino Unido y declararan sus intereses como “objetivos legítimos”.
“Es de esperar que intenten algún tipo de represalia. Parece estar en su ADN”, dijo el viernes el director de operaciones del Estado Mayor Conjunto estadounidense, lugarteniente Douglas Sims.
Nuevos llamados al autocontrol
La tensión ha seguido escalando pese a los contundentes llamados al autocontrol lanzados por la mayoría de países de Oriente Medio, que ven con preocupación que este intercambio de ataques derive en una guerra regional, pese a que Washington insiste en que no quiere entrar en conflicto con los hutíes, respaldados por Irán.
“Denunciamos enérgicamente los intentos de ampliar la guerra y afirmamos que las aventuras de fuego, en este caso, nos pueden quemar a todos”, dijo el presidente de Irak, Abdellatif Rashid, de acuerdo con un mensaje de la Presidencia iraquí en X.
Por su parte, el Ministerio de Exteriores del Líbano expresó en un comunicado su “extrema preocupación por la última escalada, las operaciones militares en el mar Rojo y los bombardeos aéreos contra territorio yemení”, al tiempo que lanzó un llamado a la distensión para garantizar la estabilidad de Oriente Medio.
“No tratar los motivos verdaderos de esta escalada, es decir el alto el fuego global de la ofensiva israelí y la guerra contra Gaza, puede expandir el círculo del conflicto como ya ha empezado a suceder recientemente”, advirtió el departamento libanés.
También se sumó el jefe de la misión de la ONU en Yemen, Hans Grundberg, que manifestó una “gran preocupación” por la escalada militar y alertó de su impacto en los esfuerzos para alcanzar la paz en el país árabe, que desde 2014 está inmerso en una enquistada guerra que ha provocado una severa crisis humanitaria.