El primer gran mapeo del océano Antártico, que abarca desde su biodiversidad, hasta el turismo o la pesca, está bajo la batuta de la científica lusa Catarina Frazão Santos, que afronta una tarea titánica para proponer una gestión sostenible de una región “fundamental” para mitigar la crisis climática.
“Nosotros no protegemos el océano porque nos guste verlo, lo protegemos porque lo necesitamos para sobrevivir”, resalta en una entrevista con la agencia informativa EFE esta investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa, bióloga marina doctorada en planificación del espacio marino.
Además, “lo que ocurre en la Antártida no se queda en la Antártida”, sino que afecta a los 3 mil millones de personas que viven en zonas costeras del Mundo, continúa Frazão Santos, quien recuerda que este continente es capaz de variar el nivel del mar, el clima, la emisión de oxígeno y captación de dióxido de carbono y la preservación de la fauna marina.
Por ello, ideó el proyecto “Planificación del uso sostenible del océano en la Antártida en un contexto de alteraciones ambientales globales”, que presentó ante el Centro Europeo de Investigación y por el que ha obtenido una beca de cerca de un millón y medio de euros y 5 años como marco temporal para desarrollarlo.
Una vez recibido el financiamiento, los siguientes pasos serán conformar un equipo estable, que tendrá en el “núcleo duro” 6 investigadores, así como una red internacional de especialistas que asistan en el proyecto.
Entre todos, estudiarán por primera vez a gran escala cuál es la situación actual de las aguas del continente helado, su biodiversidad, la actividad humana que allí se practica y cómo afecta y afectará la crisis climática.
Tras recabar esos datos, propondrán qué zonas necesitan una mayor protección, cómo se deben regular las diferentes actividades humanas y cómo se tendrá que actuar ante los diferentes escenarios climáticos del futuro.
El estudio no se quedará ahí, ya que este proyecto incluye analizar la posibilidad de replicarlo en otras regiones del planeta, como el Ártico.
La experta, que es investigadora del Centro luso de Ciencias del Mar y del Ambiente, avanza que su plan es alargar su investigación el máximo número de años posible y solicitar nuevas ayudas para mantener los trabajos en el tiempo.
La misión no es sencilla, sobre todo si se tiene en cuenta que este continente no está gestionado por un único país, sino que está regulado por el Tratado del Antártico, firmado por 56 países.
“Creo que va a ser complejo”, reconoce Frazão Santos, quien ya tiene marcadas en el calendario varias fechas para comenzar los diálogos con las partes implicadas, como la Reunión Consultiva del Tratado Antártico prevista para mayo en La India.
La planificación de los usos de los recursos marinos es un proceso tan difícil que, incluso estando en desarrollo en más de 70 países en el Mundo en menor escala, los Estados que lo implementan apenas rozan la veintena.
“Esto lleva tiempo, tiene costes no solo en términos de tiempo, sino en términos financieros y de recursos humanos, y después muchas veces se desarrollan planes durante años que, por cuestiones políticas, no son implementados”, señala la experta, quien ve la beca del Centro Europeo de Investigación como “una oportunidad espectacular”.
Pese a sus grandes expectativas con el proyecto, la científica considera que planificar los usos del océano “nunca va a ser la solución para todo”, sino que es una “pieza del puzzle” de la conservación.
“Desde la revolución industrial dejamos de tener un consumo sostenible”, a excepción de algunas comunidades locales, subraya Frazão Santos, quien precisa que “la gestión ambiental” consiste en manejar el impacto de la actividad humana en el medioambiente.
“Por eso -resume-, siempre va a ser necesario que haya un foco muy grande en la alfabetización, en la concienciación y cambio de los patrones de consumo”.
