Asumiendo galones en el minuto 85, lanzando un penalti decisivo que decidía todo el partido y cargando el peso de toda Florencia, el argentino Lucas Beltrán regaló al Fiorentina su segunda final consecutiva de Liga Conferencia tras rubricar el tanto del empate ante el Brujas (1-1), que se quedó a las puertas de su primera final europea en 46 años.
Beltrán se vistió de héroe para toda una ciudad que, a principio de año, cuando llegó procedente de River Plate, le exigía mucho más. Tardó en adaptarse, pero su rendimiento ha sido superior al esperado bajo las órdenes de un Vincenzo Italiano que confió en su juego, retrasó su posición y exprimió sus condiciones para obtener un billete a otra final europea.
Todo en un partido que a punto estuvo de irse a la prórroga. A 5 minutos más 7 de añadido, en concreto. Y a una mano salvadora de Terracciano en el tiempo añadido que silenció el Jan Breydel.
Porque fue el Brujas el que, en una primera mitad que dominó, se adelantó en el marcador con el tanto de Vanaken, en una especie de centro-chut que se envenenó y que no llegó a tocar De Cuyper pese al amago de remate de cabeza, lo que imposibilitó la estirada de Terracciano e igualó el marcador global (3-3) tras el 3-2 de la Ida.
Pudo la Fiore, incluso siendo inferior, empatar el duelo en la primera mitad, pero el argentino Nico González, el mayor talento del equipo, desaprovechó la ocasión más clara. Un uno contra uno en el que no definió como se esperaba en un primer momento, y cuyo rechace cayó en pies de Beltrán, que ya rozó el tanto.
Igual que el marfileño Christian Kouamé, que con un remate acrobático de volea se topó con la escuadra. Fueron 2 acercamientos peligrosísimos, pero fueron los únicos en una parte controlada por los locales.
El Brujas se marchó al descanso con el partido controlado y por delante en el marcador, confiado de, al menos, llegar a la prórroga. Un sentimiento que seguramente se afianzó cuando, en la segunda mitad, pese al dominio de la Fiore, que salió con otro ritmo, era incapaz de marcar gol.
Biraghi se encontró con el larguero en un lanzamiento de falta. Y Kouamé volvió a darse de bruces con la madera en un remate de cabeza. Tres veces contra la madera se toparon los de Vincenzo Italiano, negados de cara a puerta.
Solo un error del Brujas podría abrir la puerta. Y llegó en forma de penalti, un rodillazo al angoleño M’Bala Nzola cuando intentaba rematar de cabeza fue más que suficiente para que el colegiado señalase pena máxima. Allí apareció Nico González, que ha fallado sus 2 últimos penaltis, para lanzar, pero finalmente le cedió el balón a Beltrán, el héroe de la noche.
Celebró la Fiore, pero le tocó sufrir. Apareció Terracciano con una mano salvadora en el tiempo añadido que acabó con las opciones de un Brujas. Los belgas, a las puertas de otra final que no disputan desde hace 46 años. La Fiore, en volandas a su segunda consecutiva gracias a Beltrán, que permite soñar con la venganza tras la derrota del año pasado ante el West Ham inglés.