La preeclampsia y la hemorragia son las principales causas de mortalidad materna en México, un problema de salud pública que requiere atención y acción prioritaria, alertaron especialistas.
Alejandro Posadas, médico gineco obstetra y especialista en medicina materna, señaló que, a nivel mundial, en promedio, cada 3 minutos muere una mujer por una complicación relacionada con el embarazo a nivel mundial.
En México, abundó, se registran alrededor de 25 defunciones por cada 100 mil nacimientos y, aunque se ha observado una ligera disminución, las cifras siguen siendo preocupantes.
Explicó que la muerte materna es el deceso de una mujer en su proceso de embarazo, lo que abarca desde la concepción hasta el puerperio, es decir, los 40 días posteriores al parto.
Señaló que las hemorragias son una de las principales causas de muerte materna en el Mundo.
“A nivel mundial se dan 12 millones de sangrados que provocan la muerte de 270 mil mujeres al año”, detalló el experto.
Sin embargo, existe otro término relacionado con la mortalidad materna, que se refiere a las secuelas que quedan en las mujeres cuando superan las complicaciones del embarazo.
“Se llama morbilidad materna extrema, que se refiere a la paciente que se complicó, pero no murió”, expresó el doctor Martínez.
Señaló que por cada muerte materna hay 30 mujeres con morbilidad materna extrema.
Esta condición, abundó, puede causar daño cerebral, daño renal irreversible, necrosis de estructuras cerebrales, entre otras problemáticas.
Los expertos subrayaron que las mujeres embarazadas y personas gestantes deben acudir a su médico en caso de experimentar una o más señales de alarma.
Entre estos signos están el dolor de cabeza intenso que no desaparece con reposo o que empeora con el tiempo, mareos, desmayos o convulsiones, visión borrosa, zumbido de oídos y/o temperatura corporal igual o mayor a 38 grados.
Otros datos de alarma son: hinchazón extrema de manos, pies o cara; dificultad para respirar; dolor en el pecho o latidos cardíacos acelerados; náuseas y vómitos intensos; dolor abdominal fuerte o contracciones frecuentes; falta de movimiento del feto; sangrado o salida de líquido transvaginal; cansancio extremo y ansiedad, angustia o tristeza sin causa aparente.