El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, lidera a partir de este martes una cumbre de los países amazónicos en la ciudad de Belém para impulsar un nuevo modelo de desarrollo que permita poner fin al ciclo de destrucción que asola el mayor bosque tropical del planeta.
Será la cuarta reunión de mandatarios de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y la primera desde 2009 de este bloque creado en 1995 y formado por 8 socios: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.
A la Cumbre de Belém, capital del estado brasileño de Pará, está previsto que acudan todos los jefes de estado, salvo Guillermo Lasso (Ecuador) y Chan Santokhi (Surinam), que declinaron la invitación por razones de política interna.
Sí estará la presidenta de Perú, Dina Boluarte, en el que será su primer viaje al extranjero desde que asumió el poder, el 7 de diciembre de 2022, tras recibir la autorización del Congreso.
La cita se produce en un momento en el que el bosque amazónico atraviesa una grave crisis, afectado por los altos índices de deforestación, la minería ilegal, la creciente presencia del narcotráfico y el acoso hacia los pueblos originarios.
“El Mundo precisa ver esta reunión como un marco histórico para la discusión de la cuestión climática”, dijo Lula en los días previos al encuentro.
Una declaración amplia
Este mismo lunes, los ministros de Exteriores y Medioambiente se encontrarán a puerta cerrada para ultimar los detalles de la Declaración de Belém, que en un principio constará de unos “130 puntos” e incluirá un plan para conservar la selva en pie, según fuentes brasileñas.
El martes, los mandatarios compartirán sus puntos de vista sobre este vasto territorio de 6.3 millones de kilómetros cuadrados, hogar de la mayor cuenca hidrográfica del Mundo y en el que viven cerca de 50 millones de personas, mayoritariamente en una situación precaria.
El objetivo es encontrar un punto de equilibrio entre salvaguardar el ecosistema, clave para reducir las emisiones de carbono generadas por la tala de árboles y mantener el régimen de lluvias de Suramérica, y dar condiciones de vida dignas a sus habitantes a través de la llamada bioeconomía.
“Hay una comprensión de todos los presidentes de que la Amazonía no puede alcanzar el punto de no retorno”, declaró a los periodistas la ministra de Medioambiente de Brasil, Marina Silva, en la previa de la cumbre.
Llegar a ese extremo supondría que la selva tropical ha perdido su capacidad de regeneración y camina de forma irreversible hacia su transformación en una sabana, lo que tendría consecuencias terribles para la región.
No obstante, algunos especialistas sostienen que ese proceso de “sabanización” ya se está observando en algunas zonas del ecosistema, en función del comportamiento de ciertas especies animales.
La sociedad civil pide compromisos concretos
La gran incógnita es saber si los presidentes conseguirán llegar a metas concretas para frenar la destrucción de la selva.
La comunidad científica y representantes de las organizaciones no gubernamentales les han dado varias ideas durante la celebración de los Diálogos Amazónicos, que entre el viernes y el domingo acogieron debates sectoriales sobre los desafíos del bioma.
Sus demandas se resumen en 3 puntos: establecer un plazo para acabar con la deforestación, proteger el 80% del bioma a través de nuevas áreas protegidas y tierras indígenas, y declarar la Amazonía en situación de emergencia climática.
Brasil y Colombia ya han prometido acabar con la tala ilegal de árboles hasta 2030 y trabajan para que el resto de socios de la OTCA asuma ese objetivo u otro similar ajustado a la realidad de cada país.
En 2022 la deforestación en todo el ecosistema aumentó un 21% frente a 2021, la cifra más alta desde 2004, según datos del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina, con Brasil, Bolivia y Perú al frente de la estadística.
El Gobierno del presidente colombiano Gustavo Petro busca también sentar las bases para frenar los proyectos de explotación de combustibles fósiles en la Amazonía.
Ya el miércoles habrá una sesión ampliada con otros países invitados, como Indonesia, República del Congo y República Democrática del Congo, poseedoras igualmente de grandes superficies de bosque tropical.
También fue llamada San Vicente y Granadina, por ejercer la Presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac); así como Francia, por la Guayana Francesa; Alemania y Noruega, contribuyentes del Fondo Amazonía, que impulsa proyectos sostenibles en la zona.