Por Hugo Sánchez
Los partidos de oposición de El Salvador acudirán por separado a las elecciones presidenciales de 2024 con Nayib Bukele buscando su reelección y en las que, de acuerdo con analistas consultados, “van al matadero” por las desventajas en popularidad y en propaganda a las que se enfrentarán.
Estos comicios supondrán una lucha por su supervivencia en el panorama político del país centroamericano y una ventana para que traten de sumar fuerzas de cara a las elecciones para la Asamblea Legislativa.
Son al menos 5 fórmulas presidenciales las que se han oficializado tras las elecciones primarias de los partidos políticos, entre ellas la de Bukele y al menos 3 abiertamente de oposición.
Estas son las de Nuestro Tiempo (NT), la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) y la del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), que poseen una representación legislativa minoritaria en el Congreso frente a la formación oficialista, Nuevas Ideas (NI).
Arena y el FMLN gobernaron El Salvador por 20 años y mantuvieron posiciones dominantes en el órgano Legislativo, pero el triunfo de Bukele en 2019 rompió este “bipartidismo”, que derivó también en una mayoría casi absoluta en el órgano Legislativo en 2021.
Óscar Picardo, académico y director del Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la privada Universidad Francisco Gavidia (UFG), dijo que en el país se abrió el debate si la participación de la oposición legitimaría la candidatura de Bukele, señalada de inconstitucional, y si era necesario acudir con una fórmula única.
“Todos decidieron que sí había que participar, que había que darle oportunidad a la gente de elegir”, dijo Picardo y añadió que también “privó mucho más los intereses politiqueros y el ver si se saca una raja o una cuota política para sobrevivir, porque la ley te exige también un margen de votos para la supervivencia”.
El académico indicó que “se fragmentó toda la oposición” ante “posiciones egoístas y personalistas”, además de la búsqueda de no contaminarse “con el pasado” de Arena y el FMLN, salpicados de varios casos de corrupción.
“Las fórmulas son altamente antagónicas, no son competitivas, son fórmulas que reflejan un modelo del pasado con una campaña que va a estar desequilibrada por el tema de fondos, de propaganda, de publicidad. O sea, van al matadero, así prácticamente”, subrayó.
Las proyecciones de Picardo, que toma en cuenta los resultados de 2019 y los datos de un sondeo del CEC de junio pasado, apuntan a que Bukele conseguiría el 7 % de los votos en los comicios presidenciales, mientras que todos los partidos de oposición sumarían entre el 15.6% y el 30%.
El director ejecutivo de la organización Acción Ciudadana, Eduardo Escobar, no considera que exista una “resignación” entre los partidos ante la popularidad de Bukele, sino que “hay intereses creados, hay agendas, hay motivaciones” para que un partido acuda o no en coalición.
A su juicio, según expresó, si una de las candidaturas logra posicionarse como “un proyecto alternativo” esto podría servir a la oposición para “ir acumulando fuerza electoral”.
“No van a ganar, pero van a plantear un proyecto que la gente pueda ver poco a poco como aceptable y va ir acumulando fuerza para la elección legislativa que sigue” para “generar algún cambio en las correlaciones legislativas”, indicó Escobar.
Las candidaturas, que aún deben ser aceptadas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) son las de Bukele por el partido Nuevas Ideas; Joel Sánchez por Arena; Manuel Flores por el FMLN; Luis Parada de Nuestro Tiempo (NT) y José Renderos de Fuerza Solidaria.
La candidatura de Parada, militar retirado y que representó a El Salvador en un litigio internacional contra una empresa minera, y de la defensora de derechos humanos Celia Medrano, para la Vicepresidencia, fue impulsada por miembros de la sociedad civil y que encontró cobijo en NT, pero no fue retomada por el resto de la oposición.