Por Eva García González
El escritor y cineasta chileno Alberto Fuguet regresa a la novela después de 8 años con Ciertos chicos, una historia “universitaria, joven, de los años 80”, inspirada en sus propias vivencias en un Santiago en el que, a pesar de la dictadura, “pasaban cosas buenas y había fiestas durante el toque de queda”.
La sociedad que Fuguet (Santiago de Chile, 1963) retrata es la de los jóvenes progresistas, pero “poco tolerantes con todo lo que era pop” y la de ciertos chicos sensibles, tiernos y “guerrilleros” de la cultura, explica el autor durante la presentación de su libro, publicado por la editorial Planeta.
Aunque el contexto es la dictadura, el libro evita poner a Augusto Pinochet, dictador entre 1973 y 1990, en el centro de la novela.
“En todos los libros de Pinochet él es protagonista y no se lo merece”, apostilla Fuguet.
La novela transcurre en 1986, época en la que “la vanguardia estaba en el centro”, y eso es lo que trata de ilustrar, la preocupación de sus personajes por la cultura popular, la radio y el arte por encima de lo que hiciera Pinochet, quien “se centraba más en prohibir autores o películas izquierdistas que a Madonna o MTV”.
“Cuando hay opresión hay que crear ese espacio de libertad a tu manera, leyendo o encerrándote en tu casa. No puedes estar siempre viviendo el fin del mundo”, defiende el escritor.
Enseguida añade que la música, la literatura, el arte o las películas eran la “resistencia” y también el alimento cultural de una sociedad oprimida.
Una foto
La idea de la historia surge en parte de una foto que el escritor tomó en el metro en la que 2 chicos comparten unos auriculares, algo que le pareció “tierno y sexy” y que él mismo afirma que no se hubiera atrevido a hacer en los 80.
“Con todo lo que la gente reclama de que Chile es atroz, me di cuenta de que algo había cambiado. Antes era loco que dos hombres mostraran ternura. Ver esa imagen me pareció lindo y supe que sería la portada”, explica.
Además, escribir un libro sobre la época de Pinochet y poner a 2 chicos en la portada es “subversivo”, especialmente en “una historia centrada en la diversión dentro de un sistema opresor”.
Fuguet define su novela como “Vargas Llosa pop, como traer a Jane Austen o Doctor Zhivago a América Latina, contar la historia de un país, un continente o una sociedad sin contar solo la guerra”.
“No fetichizar los 801”
Fuguet subraya que esta novela no es “pura nostalgia” ni un “producto retro”, que no hay que fetichizar los 80 porque “»no es mejor tener dictadura que democracia ni es mejor la idea de que ser LGTBI sea un castigo de Dios”.
“Es impresionante imaginar que estamos realmente metidos en el futuro, que la gente no se mande cartas, que sea todo por WhatsApp, que no haya discos”, señala el autor, quien piensa que, aunque los 80 tuvieran cosas “divertidas y fascinantes” el hecho de que haya una marcha gay en Bogotá u otras ciudades de América Latina le parece increíble.
“Me cuesta creer que estoy viviendo esto, para mi es un sueño hablar con alguien joven a cargo de una librería, que tiene discos, que lleva jeans hechos tiras, con el pelo de colores. Es lo que soñaban Clemente y Tomás (los protagonistas). Me siento muy afortunado, no pensé que iba a vivir esto cuando yo era el friki, los libros eran pesados, y los autores eran gente con bigote y muertos”, manifiesta el escritor.
Alberto Fuguet encabeza la lista de los exponentes de la nueva narrativa chilena de la década de los 90 y del movimiento literario McOndo, que rechaza el realismo mágico y se centra en la narración de la realidad cruda y el acontecer urbano, con referencias a la cultura popular estadounidense de los 80 y 90.
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