Por Giovanna Ferullo M.
El Gobierno de Panamá está convencido de que los precios de los alimentos no van a bajar en el país. No lo han hecho, como sí ha ocurrido en otros lugares, tras el brutal impacto de la pandemia y de la guerra en Ucrania, algo que economistas locales achacan a la falta de una política agropecuaria y a los monopolios que dominan la distribución y las importaciones.
“Los precios (de los alimentos) no van a bajar y los que digan que van a bajar están pegando mentiras”, declaró el titular del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, Augusto Valderrama, que atribuyó la situación a la ley de la “oferta y la demanda”.
Según las estadísticas oficiales, el índice de precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas subió un 3.4% en junio pasado en relación al mismo mes de 2022.
Panamá, con una población de 4.2 millones de habitantes y una informalidad cercana al 50%, tiene decenas de salarios mínimos, pero para la mayoría ronda los 380 dólares mensuales, según analistas, con un ajuste cada 2 años no indexado a la inflación, que es de las menores de la subregión.
La canasta básica de alimentos cerró junio pasado con un precio promedio de 290.17 dólares, con alza de 4.25 dólares respecto al mismo mes del 2022, según datos de la Autoridad del Protección al Consumidor (Acodeco).
Análisis econométrico
“Análisis econométricos” realizados en los últimos 24 meses “apuntan a que se tiene que ver una mejora de los precios de lo que nosotros consumimos. Así que, lamentablemente no compartimos la perspectiva del ministro” Valderrama, dijo el analista financiero y empresario Carlos Araúz.
Las profundas distorsiones provocadas por la crisis derivada de la pandemia en la cadena global de suministros, que en Panamá se tradujo, entre otros, en que “se quintuplicaron los fletes” de importación, o el alza de los precios del crudo por la guerra en Ucrania son temas que impactaron en la inflación mundial, pero se han ido subsanando, argumentó.
Es por ello que, como ha pasado en otras latitudes, “deben verse” mejores precios en el mercado panameño, “a menos que en Panamá las distorsiones de mercado sean por oligopolios que controlan la cadena de distribución, o por monopolios que están abusando”, añadió.
“La cadena de distribución en Panamá está totalmente contaminada y es un elemento tóxico que impide que haya competencia, inversión tecnológica en el agro, que tanto lo necesita, y que, en definitiva, el precio (de la comida) baje”, agregó.
El economista y docente universitario Felipe Argote, alertó que en Panamá hay “un mercado cerrado, en donde solamente se importan los déficit en la producción local”, por lo que “no puede haber libre oferta y demanda”.
“Entonces, claro que los precios de los alimentos pueden bajar, pero si se abren los mercados”, dijo Argote.
El gran problema, añadió el experto, es que “no funciona” el sistema que se ha aplicado “en los últimos 40 años”, con un Estado subsidiando una producción “ineficiente”, sin tecnología, que solo promueve la ganancia de unos pocos.
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