Por Doctora Narda Isabel Quezada García*
Podrán preguntarse: ¿A qué se refiere con ese título? Es algo sencillo, pero lo explico por experiencia propia.
Las mujeres desempeñamos muchos roles diferentes dentro de la sociedad. En mi caso, soy originaria de un pueblo del sur de Jalisco, Tecalitlán. Allí conocí lo que es vivir en un pueblo: jugar en las calles, aprender a andar en bicicleta e iniciar mi formación básica. La vida en el pueblo resultó tranquila y feliz, aunque había muestras de violencia a causa del narcotráfico, como sucede en muchos otros pueblos.
Aunque no soy una mujer indígena, me considero una mujer “rural”, de provincia, con muchos usos y costumbres. Aprendí a valorar a cada una de las mujeres del pueblo que daban mucho por el bienestar de su familia. Aunque no aprendí a hacer tortillas, valoro cómo se levantaban de madrugada para ir al molino y preparar el desayuno de sus hijos y esposo.
Lo que sí aprendí, y de lo que me siento orgullosa, es de cocinar con recetas de las mujeres de mi pueblo. Sé cuánto riesgo se corre en la cocina: cortadas, quemaduras y machucaduras. Después de que terminé la secundaria, tomé la decisión de emigrar a la ciudad. Dejé Jalisco y llegué a mi segundo hogar, Colima, a los 13 años para iniciar mis estudios de bachillerato y continuar con mi preparación académica.
Como forma de anécdota, funcionó el resbalarme en la famosa piedra Lisa. Cómo dice la leyenda: “Quien se deslice por su superficie está destinado a regresar a Colima”, pero mucho ojo sí decides hacerlo una y otra vez “podemos” quedarnos para siempre en este encantador estado. Además, siendo una “jalisquilla” con mucho orgullo y honor lo proclamo; agradezco que Colima me adoptó cálida y amorosamente, ello porque se cumplió la leyenda, me casé con un colimense y mi hogar está aquí.
Cuando terminé la licenciatura, decidí tomar otro reto. Realicé trámites para ingresar al Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) para hacer mi maestría. Fue otro salto largo, pero necesario para mi crecimiento académico. Viví en una ciudad tranquila, donde las personas son muy amistosas. Luego llegué a una ciudad muy bonita que me encanta, pero donde se vive en un estrés constante, la gente no para de sonar sus cláxones, y definitivamente era el pan nuestro de cada día.
No fue un camino sencillo dejar Colima, mi segundo hogar, a mis padres y amistades. Pero me armé de valor para hacerlo, porque presentía que regresaría en otro momento.
Con la beca que obtuve gracias al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), pude sacar adelante mi maestría. También aproveché un ofrecimiento laboral como asistente de investigación para un investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Años después regresé a Colima e ingresé en el 2005 a trabajar como profesor por horas en la Universidad de Colima, disfruté mucho el realizar mi labor como maestra en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, al mismo tiempo en la Facultad de Letras y Comunicación. Hacerlo me llenó de mucha satisfacción y orgullo al difundir algo de mi conocimiento.
Aterrizando mi rol como mujer de ciudad, estoy dentro de una sociedad que forma parte activa de esta. Al igual que muchas mujeres que se encuentran inmersas en ámbitos sociales, culturales, familiares, políticos, artísticos, académicos, etc., ¿estarán de acuerdo en la valiosa contribución que el sector femenino aporta al desarrollo socioeconómico?
Las mujeres claramente sufren y han sufrido de desigualdades, malos tratos, han sido asesinadas, desaparecidas y muchas cosas más. Pero ante ello, las mismas mujeres hemos salido avantes, por si fuera poco, hemos sorteado a través de años de lucha ante el sistema que predomina, el masculino. No deseo ahondar más porque entraría a otro tema muy importante y digno de ser reconocido: El tema es el de género. Se ha tenido que adaptar a las necesidades de las sociedades, las políticas y modelos que difieren, dependiendo del lugar al que se haga referencia.
Bienvenida la primera mujer presidenta: Doctora Claudia Sheinbaum Pardo. Tiene mucho trabajo por hacer, a favor de las mujeres, pero también para todo México.
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