Adrimar
Por Jorge Vega
Le decíamos El Amiguito. Se le quedó el apodo porque él a todos nos decía así: “Oye amiguito” o “¿Cómo estás, amiguito?” Su nombre era Esteban Marcos. Don Esteban, como le decíamos, porque era mayor que nosotros. Era fotógrafo y hace varios años que ya no está con nosotros haciéndonos reír o enojar con sus anécdotas y ocurrencias.
Su presencia se ha ido borrando despacio de la ciudad, de sus compañeros de trabajo, de sus amigos, igual que pasará con nosotros cuando nos toque emprender el viaje definitivo.
Don Esteban era un hombre más despierto que muchos de nosotros, a su manera. Un poco sarcástico, un poco impertinente, pero siempre inteligente, siempre él mismo. En sus últimos años, rondando los 60, se enamoró de una muchacha llamada Adriana, a la que ayudaba cada vez que podía.
Para demostrarle su amor, solía escribir en el cemento fresco de las banquetas recién reparadas o construidas la palabra “Adrimar”, que construyó a partir del nombre de Adriana y del suyo propio: Marcos. Como adolescente de película mexicana.
En esos mensajes dibujaba un corazón atravesado por una flecha, dentro del cual escribía: “Te amo”. Luego escribía: “Adrimar” y más abajo su nombre: “Esteban Marcos”. También anotaba el año.
Lo imagino en sus largas caminatas, tomándose una caguama en bolsa de plástico “para que crean que es Sidral”, como dijo en su momento Cuauhtémoc Cárdenas. Aún lo veo buscando algún trozo de metal o de madera en el piso cada vez que encontraba cemento fresco, para manifestar su amor.
Esta semana, al caminar por la avenida Ignacio Sandoval, cerca del café SB, me topé con uno de estos mensajes, grabado en el 2002, y volvieron a la superficie de mi memoria sus ademanes, su forma lenta de hablar, como si siempre estuviera elevado. Me recordaba al Dude de la película de culto “El gran Lebowski”, dirigida por los hermanos Coen.
Don Esteban era un hombre sin filtros que sabía decir lo primero que le pasaba por la cabeza, un pequeño gurú con el rostro de Garfield, el gato flojo de las caricaturas, siempre cuestionando, siempre inconforme, siempre en el viaje.