Sáb. Nov 23rd, 2024

Crónica: Al menos 6 policías heridos tras trifulca afuera del Congreso

Por Juan Ramón Negrete Sep12,2024 #Colima
(Foto de Juan Ramón Negrete)
(Foto de Juan Ramón Negrete)

Primero se escuchó un golpe seco, como si algo pesado hubiera caído sobre la plancha de concreto de la explanada de la Plaza Bandera Nacional, ubicada entre los palacios de Justicia y Legislativo. Aquel sonido fue seguido por gritos de algunos manifestantes quienes se habían sumado a la protesta de las y los trabajadores del Poder Judicial de la Federación.

Por el otro lado, los elementos antimotines de la Policía Estatal y de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, comenzaron a moverse, empujando a un lado las vallas metálicas que ellos mismos habían colocado desde antes del amanecer. El golpe inicial había sido provocado por la caída de una de esas vallas, seguida de otra.

Las y los manifestantes, hombres y mujeres, decidieron derribar el primer cerco de protección e intentar romper el segundo que resguardaba el acceso principal al Congreso del Estado. Frente a las puertas de cristal, el grupo antimotines de la Policía Estatal, compuesto por numerosos hombres y mujeres, se preparaba. Portaban escudos en un brazo y toletes en la otra, lanzando golpes a diestra y siniestra para evitar que las y los manifestantes se acercaran. Llevaban chalecos antibalas, cascos y pasamontañas.

La multitud gritaba exigiendo que se les permitiera ingresar al Congreso. “¡La sesión es pública, queremos que nos escuchen!”, clamaban trabajadores del Poder Judicial, encabezados por magistrados y jueces. También pedían diálogo con las y los diputados: “¡Queremos que nos escuchen antes de que aprueben las reformas!”. Entre los manifestantes también se escuchaban acusaciones: “¡Están sesionando a escondidas, arropados solo por los chairos, funcionarios y trabajadores del Gobierno!”, señalaban, refiriéndose a las y los diputados, y a la dirigencia estatal de Morena encabezada por Dulce Huerta, quien había llegado muy temprano al Congreso.

Las y los manifestantes exigían ser escuchados y pedían que se les permitiera formar una comisión de 5 personas para dialogar con los legisladores. Nadie les prestó atención. El silencio de las autoridades enardeció a quienes buscaban dialogar. Quienes ya habían derribado la mayoría de las vallas comenzaron a utilizarlas como ariete, lanzándose contra los antimotines que resistieron la primera embestida.

Los manifestantes intentaban abrir las puertas del Congreso a como diera lugar, ante la falta de disposición de las autoridades para dialogar. La orden parecía que era clara: que nadie traspase los cercos de seguridad. Los antimotines lo cumplieron al pie de la letra.

Cuando una segunda arremetida con una valla logró hacer retroceder a los elementos de seguridad, comenzó la golpiza. Toletazos a diestra y siniestra caían sobre jóvenes y jovencitas por igual, quienes intentaban protegerse o aferrarse a las vallas.

En medio de la trifulca, una de las macetas decorativas del acceso al recinto legislativo cayó al suelo, luego se rompió. Poco después, la otra maceta también sucumbió. Entonces, corrió la sangre. Los funcionarios del Poder Judicial, incluidos magistrados como Martín Rubio, intentaban calmar la situación.

Rubio, del Tribunal Colegiado de Circuito, trataba de mediar entre los antimotines y los manifestantes. “¡Compañeros, compañeras, no caigan en provocaciones! ¡Nuestra manifestación es pacífica!”, gritaba desesperadamente. Una lluvia de proyectiles se dirigía hacia las puertas de cristal, y los manifestantes volvían a embestir con las vallas de protección.

En una de esas arremetidas, varios antimotines cayeron al suelo, incluyendo a uno que había sido particularmente violento. Al quedar atrapado bajo la valla, fue pisoteado por los manifestantes en su intento por ingresar. A pesar de los esfuerzos de los jueces y magistrados, la represión continuó. Ni jóvenes ni muchachas fueron eximidos de la violencia. En medio del caos, el magistrado Martín Rubio recibió un golpe en el rostro. Una o un manifestante, que había recogido un fragmento del macetón roto, lo lanzó, impactando directamente en el rostro del magistrado, quien fue retirado del lugar para recibir atención médica.

Diputados asustados

Mientras eso sucedía en el exterior, la sesión extraordinaria llevaba 35 minutos. La diputada Yommira Jockimber Carrillo estaba en tribuna leyendo el dictamen de la reforma constitucional cuando el ruido de cristales alertó a todos. Detuvo brevemente su lectura y miró hacia la puerta. Unos segundos después, el estruendo fue mayor, y las puertas de cristal parecían no resistir la presión de los manifestantes.

La presidenta de la Comisión Permanente del Congreso, Priscila García Delgado, visiblemente asustada, tomó el micrófono y declaró un receso. Acto seguido, fue la primera en abandonar el recinto, seguida por los legisladores de Morena y sus aliados. Los funcionarios que estaban en las butacas también comenzaron a huir, buscando refugio en diferentes áreas del edificio. El receso duró alrededor de 8 minutos. Una vez que los antimotines controlaron la situación, la sesión se reanudó.

En la Plaza Bandera Nacional, el caos continuaba. Los manifestantes reclamaban la brutalidad policial y gritaban “¡Gobierno opresor!” a coro. Los manifestantes del Poder Judicial se replegaron tras la agresión al magistrado Rubio y aseguraron que había infiltrados entre ellos, responsables de las provocaciones.

La sesión concluyó y, a las 6:30 de la tarde, con 18 votos a favor de Morena y sus aliados, se aprobó la reforma constitucional. Afuera, bajo la lluvia, los manifestantes permanecían firmes.

Al menos 6 antimotines fueron trasladados para recibir atención médica, mientras más de una docena de jóvenes, hombres y mujeres, sufrían golpes contusos. Ninguno de gravedad, excepto el magistrado Rubio.

Finalmente, a las 7:11 de la tarde, los elementos de seguridad abordaron sus vehículos y se retiraron de los palacios Legislativo y Judicial. Así terminó el 11-S en Colima.

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