Por Alejandro Prieto
Categórica en la afirmación de que 2024 no es un año “tan terrorífico” como otros, pero su horror pasa por que “todo es absolutamente incierto”, para la escritora argentina Mariana Enríquez, en el mundo actual, “el concepto de lo real es muy tenue y eso da mucho miedo”.
En una entrevista con la Agencia EFE, la autora de terror, traducida a más de 23 lenguas y con miles de fanáticos cuenta ya con una de las plumas más reconocidas del género, se remonta a sus inicios para analizar cómo la coyuntura actual dialoga con una ficción que toma de la realidad buena parte de su dosis de miedo.
Incierta realidad
“Yo empecé a escribir terror porque uno de los conceptos terroríficos que me parecía muy contemporáneo era el no poder saber si lo real es real”, revela la escritora recién galardonada con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2024.
Para Enríquez, “lo siniestro de que la persona que está ahí no sea lo que es” o que la incertidumbre esté impregnada en la realidad de las personas era algo que sentía “muy bien planteado” desde el terror.
“Y esto ahora lo ves, todo el tiempo. Quizás las cosas que pasan no son violentas, pero todo es absolutamente incierto”, dice quien cree que “a lo mejor el mundo tiene diferentes momentos” y este año no es de los peores de la historia, pero tiene “sus propios horrores”.
“Si estamos hablando de 2024, creo que no es tan terrorífico como 1940, 1989 en Rusia o los 70’s en América Latina, pero tiene sus propios horrores”, argumenta quien ve en incertidumbres como la de una Argentina gobernada por Javier Milei donde “nadie sabe qué va a pasar”, uno de ellos.
“Esto se repite en todo el mundo, es todo muy así y a eso le tienes que agregar, para mí, la cuestión de cómo nos relacionamos con la tecnología”, añade quien señala que en Zoom ha habido quienes falsearon su imagen, por lo que no se puede confiar ni en lo que se ve.
En tanto confiesa haber notado que estuvo 5 horas “scrolleando” contenido en redes y “eso es como si te hubiesen implantado algo en la cabeza”, menciona los “deepfakes”, las noticias falsas y las máquinas que pueden “escribir un libro al estilo de alguien” y que “deben ser resistidas” como fuentes de nuevos miedos.
“El concepto de lo real es muy tenue y eso da mucho miedo, más allá de lo que pase en el día a día con la incertidumbre económica, la inseguridad criminal, dramas que son más o menos los de siempre; pero tienes que agregarle una especie de desconfianza absoluta en lo que es real. Eso me parece bastante terrorífico”, expresa.
Traumas de una generación huérfana
En Uruguay para la semana de actividades en su honor “Espectro Enríquez”, la autora de títulos como Nuestra parte de noche y el lanzado este año Un lugar soleado para gente sombría dice estar escribiendo “una novela o 2”, una de ellas sobre sus lecturas y que por ser “a pedido” la ordena.
“No tengo mucho tiempo. Por suerte la gente está muy interesada en hablar conmigo y me divierte mucho y lo hago, pero me tengo que tomar un tiempo para sentarme y escribir, porque ya tengo montones de cuadernos con ideas que tengo que poner en orden”, confiesa.
Por otro lado, preguntada sobre los horrores de la dictadura, que aparecen en su obra y resuenan tanto en Argentina como en Uruguay, donde recientemente fueron encontrados restos de desaparecidos, dice que eso marcó su infancia.
“La generación de mis padres es la que mataron, entonces mi generación es la generación huérfana. Un trauma de esas características no se va porque pase el tiempo, hay que trabajarlo y creo que las consecuencias por un lado son psicológicas, pero las físicas no se terminan tampoco”, pondera.
Crítica con quienes, por no haberla vivido o “ideas políticas” insisten en que “está atrás”, sostiene que la impresionó la postura de una amiga hija de desaparecidos que, citada a declarar como testigo, reclamó ser tratada como víctima, lo que evidencia “un cambio de paradigma”.
“Es un trauma que puedes no sentirlo nunca en tu vida, yo de hecho no lo siento mucho, pero sale todo el tiempo en la ficción y es por algo, porque hay como una cicatriz en el inconsciente que a mí también me gustaría escribir de otra cosa, me aburro, pero ahí está”, redondea.
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