El papel estelar de Rodri Hernández en el mediocentro lo interpretó a la perfección Mateo Kovacic, autor de un doblete para la remontada del Manchester City, perdonado por un Fulham que cerró en el Etihad su buena dinámica, sin perder desde la primera jornada, con la cabeza alta y sentenciado por errores de Adama Traoré en la definición.
Tardará días en olvidar los fallos Traoré. Tres acciones claras de gol. Dos mano a mano ante Ederson, una llegando a placer con todo para marcar. Ahí estuvo el partido para un buen Fulham, que logró inquietar al vigente campeón, un Manchester City con lagunas defensivas en el que no existió Haaland.
Apenas un disparo cruzado pegado a un poste y un testarazo del gigantón noruego en un buen arranque de partido del equipo de Guardiola. El resto, lucha e intrascendencia en uno de esos días en los que se pierde en batallas y sus compañeros no le encuentran. Sumado a la ausencia de Kevin De Bruyne y a la añoranza de Rodri, provocan momentos de incertidumbre.
Los provocó un Fulham ordenado que supo elegir el momento en el que salir con criterio de su repliegue. Indemne de ese arranque con regalo incluido de Leno en un mal inicio de jugada desde portería que perdonó Foden. Con su técnico Marco Silva ubicando a Traoré en la banda de Rico Lewis en un movimiento que dio su fruto.
A los 17 minutos le ganaba la partida siendo Lewis el último hombre de cierre pero se le hizo de noche a Adama ante Ederson, optando por la potencia con un disparo que le salió centrado, en lugar de la colocación. Era un aviso de lo que estaba por llegar en un partido que cuando ganó en electricidad lo sintió más lejano el City por sus lagunas defensivas.
Encontró espacios con facilidad el Fulham cada vez que pudo armar un ataque con velocidad y un juego directo. Y golpeó a los 26 minutos, curiosamente tras su única posesión larga, y con una genialidad que estará sin duda entre las mejores asistencias de la temporada. La inventó el mexicano Raúl Jiménez, con un taconazo majestuoso a la llegada de Andreas Pereira que remachó el tanto a bocajarro.
De nuevo, como en el milagroso empate final ante el Arsenal en el último suspiro, al City le tocaba remar en su estadio. Y lo vio complicarse por momentos, cuando al borde de la media hora de nuevo aparecía Traoré en zona de peligro y con todo para marcar, chutaba arriba el pase medido de Iwobi en un contragolpe de 3 contra 2. Pep Guardiola desesperaba en banda.
Al rescate salió Kovacic para castigar el error. Tras un córner y un balón muerto que enganchó a placer desde el punto de penalti. Aliado con la fortuna al desviar la dirección Andersen y convertir en inalcanzable la trayectoria para Leno. Era el premio previo al asedio. El momento en el que se puede llevar a cualquier equipo por delante pero que no supo concretar en gol el City. Los disparos a un muro defensivo de Foden y Lewis. La paraba abajo de Leno a Gvardiol.
El Fulham no merecía irse al descanso por debajo en el marcador tras el brillante primer acto de Raúl Jiménez, impecable en cada lectura ofensiva, generador de peligro cada vez que pisó área rival. Pero fue castigado nada más reanudarse. De nuevo Kovacic, omnipresente. Robó en el centro del campo, se incorporó al ataque, controló de zurda el centro de Bernardo Silva y la rompió de diestra.
Era el momento de anestesiar el partido por un City en el que Grealish aportaba poco en banda y Haaland menos en ataque. Era Foden el que buscaba el gol con sus disparos lejanos y Lewis llegando desde atrás con peligro. Guardiola aumentaba la amenaza con Doku, casi una invitación a ser valiente al Fulham para castigarlo al contragolpe.
Lo aceptó Marco Silva. Su Fulham pasó a adueñarse del balón y acusó la tarde aciaga de Adama Traoré, que, de nuevo a los 68 minutos, exhibía su punta de velocidad para quedarse en un duelo ante Ederson del que salía perdedor. Nadie creía las 3 acciones perdonadas. Y un rival de la grandeza del City no perdona. Le enseñó a definir Doku, inventando de la nada un gran gol. Recibió en banda izquierda, fue hacia dentro entre amagos y soltó un latigazo con efecto a la red.
Restaban 8 minutos para el final y todo parecía sentenciado, pero de nuevo un exceso de confianza defensivo del City metió el miedo en el Etihad. Rodrigo Muniz, libre de marca, recibió en el punto de penalti, se giró sin marca y colocó el disparo en la escuadra gracias al desvío que provocó el golpeo en Stones. Los intentos de cambiar el rumbo de su mal día de Traoré ya no encontraron remate para un Fulham que lo buscó hasta el último segundo.