“Mujeres, malestares de género y procesos de subjetivación” es el título de la conferencia que impartió Tania Rocha Sánchez, investigadora de la UNAM, en el marco del Seminario de Salud mental en el Mundo Contemporáneo: Desafíos y Perspectivas 2024, organizado por la Facultad de Psicología, el Centro Universitario para la Igualdad y los Estudios de Género, y el Programa de Reflexión de Masculinidades para la Igualdad de Género y la No Violencia, todos de la Universidad de Colima (UdeC).
Tania Rocha señaló que los problemas de salud mental “son la principal causa de discapacidad en el mundo”. Algunas de las principales discapacidades son depresión, ansiedad y uso abusivo del alcohol. “Se estima que el 20% de días saludables perdidos se deben a padecimientos mentales, y a nivel mundial solo un 10 por ciento de las personas que necesitan atención o tratamiento para problemas de salud mental, lo reciben”.
Resaltó que muchas investigaciones respaldan la idea de que la calidad de vida y la salud psicológica real y percibida de las mujeres es peor que la de los varones. Éstas acuden más a los servicios de salud y consumen más psicofármacos. “Es importante entender que, al momento de recuperar la información, existen sesgos que pueden sobredimensionar el tema de estos padecimientos en las mujeres y subvalorar el caso de los varones, porque muchas de estas medidas o registros posiblemente reproducen estereotipos”.
En este sentido, puso como ejemplo cuando un instrumento de consulta pregunta cosas como: ¿con qué frecuencia, al sentirte reprimido, lloras. “El punto aquí es entender que se pueden estar ignorando algunas problemáticas en los varones y también teniendo una visión bastante sesgada alrededor de la salud de las mujeres”.
Aseguró que la depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es 2 veces más frecuente en mujeres que en hombres. “Entre el 10 y 15% de las mujeres en países industrializados y entre el 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo, sufren de depresión durante o después del embarazo”.
Tania comentó que la desigualdad de género es todavía uno de los mayores desafíos en nuestros tiempos. “Las mujeres tienen un 25% menos de derechos que los hombres, en indicadores como acceso a lugares, empleo, salario, matrimonio, hijos, dirección de empresas o negocios, gestión de ingresos y jubilación”.
Además, señaló que de las condiciones objetivas (económicas, sociales y políticas) para conseguir una mayor participación y desarrollo de las mujeres, “un obstáculo importante de su empoderamiento se sitúa en las significaciones sociales imaginarias que regulan las relaciones interpersonales y pautan el deber ser para las mujeres, al coartar sus posibilidades de autoafirmación y autorrealización”.
Con la expresión malestares de género, explicó, “estoy aludiendo a una categoría analítica para nombrar los conflictos y las contradicciones que comprometen el bienestar de mujeres y hombres a partir de las tensiones y desencuentros en el marco de sus identidades de género”.
Citó a la psicóloga argentina Mabel Burín, quien define el malestar “como una sensación subjetiva de padecimiento psíquico que no se encuadra dentro de los criterios clásicos de salud o enfermedad”. Esto es, agregó, “no vas a tener un diagnóstico, pues no vas a cumplir con los requisitos para que un experto en salud mental te diga que efectivamente te encuentras mal, pero día a día constituye un malestar que irrumpe en nuestras vidas, nos agota, nos desgasta e incluso puede tener efectos de carácter somático o físico”.
En su investigación de malestares de género, dijo que entrevistó a 80 mujeres de 4 contextos diferentes: Ciudad de México, Morelia, Estado de México y Chiapas. “En el proceso de estas entrevistas hubo una diversidad de características, y sí estuvo presente que sigue habiendo barreras estructurales que se atraviesan en la vida de estas mujeres”.
Tania Rocha comentó que, lo que se buscó en la investigación “fue analizar qué pasa cuando todo esto que vamos interiorizando subjetivamente sobre qué nos da valor como mujeres, qué nos debería hacernos sentir bien, realizadas y felices, es pensado de forma acrítica. Esto da lugar a que nos sintamos en tensiones o conflictos que terminan por desgastarnos”.
Finalmente, dijo que, desde una perspectiva feminista, “es imposible pensar que las mujeres nos vivimos de manera pasiva frente al ejercicio de este dominio y control patriarcal. Las participantes también se dan cuenta de las posibilidades de resistencia y en algunos casos de sus procesos de transgresión”.