Por Ivan Blazevski
Nada en la localidad portuaria de Shëngjin, en la costa adriática de Albania, indica este jueves que es el centro de una controvertida iniciativa que puede redefinir el futuro de la política migratoria de la Unión Europea (UE).
Apenas unos pocos turistas pasean por el centro de esta pequeña ciudad de 8 mil habitantes, que en verano se llena de visitantes, en un agradable día de otoño. Muchos comercios y restaurantes aparecen hoy cerrados, ahora que la temporada alta ha pasado.
Esta tranquilidad se verá interrumpida en breve por la esperada llegada de un buque militar italiano con un grupo de solicitantes de asilo que serán internados en territorio de Albania por un acuerdo con el Gobierno ultraderechista de Italia.
“Nos dijeron que sería mañana. Pero no sabemos la hora exacta. De momento no tenemos información hoy”, explica Ensar, un trabajador del puerto, en declaraciones a EFE.
La patrullera “Libra” de la Armada italiana zarpó el martes pasado con destino a Albania con 8 inmigrantes recogidos en alta mar cuando se dirigían a Italia, y que Roma considera provienen de países seguros.
El plan es desembarcarlos en Shëngjin y trasladarlos luego a un centro de internamiento construido y gestionado por Italia en Gjadër, a unos 20 kilómetros en el interior del país balcánico.
“Nosotros nos limitamos a asegurar el puerto. Los italianos hacen el trabajo. Simplemente los observamos y hacemos lo que dice nuestro jefe”, explica, midiendo bien sus palabras, uno de los pocos agentes de la Policía albanesa desplegados en el puerto.
Este agente, que no quiso ser identificado, indicó que la Policía albanesa escoltó a un primer grupo de 16 migrantes que fueron trasladados a Gjadër a mediados de octubre.
Aquel envío no salió como había planeado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. De los 16 migrantes de Egipto y Bangladés, cuatro tuvieron que ser devueltos inmediatamente a Italia por ser menores o “vulnerables”.
Poco después, los doce restantes también tuvieron que ser llevados a Italia porque un Tribunal de Roma determinó que ni Egipto ni Bangladés podían ser considerados “países seguros”, amparándose en una sentencia de la Justicia Europea.
“Decían que llegarían miles a los dos campos que los italianos han construido, pero he oído que son sólo ocho en este grupo. No sé, el Gobierno italiano tiene algunos problemas legales en casa”, señala Igli, un vecino de Shëngjin, de 41 años, que gestiona una tienda de suministros eléctricos.
La falta de información sobre la llegada de los migrantes es común entre los residentes de la localidad.
“Algunos políticos dicen que no llegarán muchos durante el invierno. Otros dicen lo contrario. Quién sabe lo que están haciendo. El primer ministro (el socialdemócrata Edi Rama) no habla mucho sobre el tema”, dice Ardita Ramadani, que trabaja de contable en Shëngjin.
Meloni y Rama, suscribieron el 6 de noviembre de 2023 este polémico acuerdo para la construcción en Albania de dos centros de identificación y acogida para los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo, con una capacidad máxima de 3 mil personas al mes, o 36 mil al año.
El Parlamento albanés ratificó el pacto en febrero pasado, poco después de que el Tribunal Constitucional de Italia rechazara un recurso presentado por la oposición conservadora.
En mayo, quince países de la UE, a la que Albania aspira a unirse, plantearon que ese acuerdo puede servir de modelo para la política migratoria de los Veintisiete.
La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, llegó a plantear que se explore la idea de abrir centros de retorno fuera de la UE y a sacar lecciones de ese acuerdo italo-albanés.
Hoy mismo, el primer ministro húngaro, el ultranacionalista Viktor Orbán, dijo en la apertura de una cumbre de líderes de la llamada “Comunidad Política Europea”, formada por 47 países, que la UE debe pensar en construir centros de este tipo fuera de sus fronteras.
El complejo migratorio de Gjadër está ubicado en una antigua base aérea militar de la época comunista bajo el dictador Enver Hoxha (1944-1985).
Sin embargo, los migrantes que Italia pretende traer al norte de Albania no son los primeros que verá llegar Shëngjin.
“Sabemos lo del campamento italiano, pero no formamos parte de él. No sé mucho al respecto, sólo lo que oímos en las noticias de la televisión. Llevamos tres años esperando noticias sobre nuestro futuro”, explica a EFE Ahmad, un inmigrante afgano de 38 años.
En total, unos 30 afganos viven actualmente en Shëngjin mientras esperan que se les conceda asilo y se les traslade a otros países, en primer lugar, a Estados Unidos.
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