“Violencia y memoria desde una perspectiva de género”, fue la conferencia que impartió Isabel Piper-Shafir, investigadora del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales dela Universidad de Chile, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
El evento fue organizado por el Centro Universitario para la Igualdad y los Estudios de Género, la Facultad de Psicología y el Programa de Reflexión de Masculinidades para la Igualdad de Género y la No Violencia de la Universidad de Colima. Esto en el auditorio de Psicología.
Piper-Shafir dijo que “entendemos la memoria como una construcción colectiva y una práctica social que contribuye a producir aquello que llamamos pasado. La memoria constituye una acción social de interpretación del pasado que se realiza de manera continua en el presente y que tiene efectos concretos en la construcción de realidades. La fuerza simbólica de la memoria radicaría justamente en su carácter productor de sujetos, relaciones e imaginarios sociales”.
Aseguró que es necesario tener memoria no sólo para poder comprender el presente, sino para transformarlo y construir uno mejor. “La memoria tiene el poder de construir la vida social”, completó.
En este sentido, dijo que los recuerdos reproducen o transforman acontecimientos del pasado y, al mismo tiempo, tienen el poder de transformar las condiciones que hacen posible o no un proceso de interpretación.
Aseguró que “la relación entre memoria y género se articula necesariamente con la noción de identidad. Es a través de determinadas prácticas de memoria que las mujeres se dan sentido a sí mismas como sujetas sociales, y que construyen sentidos de pertenencia y diferencia que dotan de cierta coherencia a nuestras identidades, que son a su vez siempre generizadas”.
Indicó que, “la memoria generizada como proceso de constitución identitaria es destacada por autores como Montecino, quien enfatiza su rol en la transmisión cultural de estereotipos acerca de lo que debe ser un hombre y una mujer”. En este sentido, afirmó, “nuestras memorias son necesariamente generizadas, considerando que con los modos en los cuales recordamos hacemos memoria de nosotras mismas y nos proyectamos en el futuro. Éstas se encuentran siempre atravesadas por nuestro ser generizado en el Mundo”.
Para ella la memoria, entendida como acción social, “es un proceso en permanente construcción que forma parte de procesos identitarios generizados, que no están nunca acabados y que tienden a la disonancia y la incertidumbre, sin que nunca se alcance una identidad de género coherente y bien constituida”.
Dijo que las mujeres tienden a recordar en función de un tiempo subjetivo organizado en función de hechos reproductivos y vínculos afectivos. “Las memorias de las mujeres serían construidas en clave más tradicional, siguiendo las normas de su propio rol en la sociedad; es decir, el vivir para otros, atender y cuidar en el marco de relaciones familiares”.
“Nuestra crítica no apunta a descalificar esas memorias como falsas o a plantear que la socialización tradicional del género no impacta las memorias de este modo. Lo que sostenemos -concluyó- es la necesidad de otro tipo de preguntas para pensar la memoria generizada desde la perspectiva que apunte a su deconstrucción, desestabilización y desnaturalización”.