La NFL, a través de su directora de seguridad Cathy Lanier, anunció un reforzamiento de las medidas de seguridad para el Super Bowl LIX, que se llevará a cabo el próximo 9 de febrero en el Caesars Superdome de New Orleans, Louisiana.
“Estamos haciendo algo diferente? Por supuesto”, afirmó Lanier en declaraciones a ESPN.com, destacando los ajustes realizados tras el atentado ocurrido el 1 de enero, cuando una camioneta atropelló intencionalmente a más de una docena de personas en Bourbon Street, a unas 20 cuadras del estadio.
El ataque, que dejó varias víctimas fatales, sucedió durante las celebraciones de Año Nuevo previas al Sugar Bowl, un partido de fútbol colegial. Como consecuencia, el encuentro entre Georgia Bulldogs y Notre Dame Fighting Irish, programado originalmente para ese día, fue aplazado al 2 de enero.
Eric DeLaune, agente especial encargado de la coordinación federal de seguridad para el evento, aseguró que se han tomado todas las precauciones necesarias para garantizar la seguridad de los asistentes. “Hemos mejorado significativamente nuestra postura de seguridad para que la gente pueda ver una fuerte presencia policial. El objetivo es que nadie camine una calle en el centro de New Orleans sin encontrar al menos un agente de la ley”, declaró.
El Super Bowl, considerado el evento deportivo más importante de Estados Unidos, moviliza recursos de alto nivel con el apoyo del Departamento de Seguridad Nacional, el FBI y otras agencias federales para prevenir amenazas terroristas y proteger a los asistentes.
