Día Internacional de la mujer: una reflexión
Por Susana Berenice Vidrio Barón**
Acabamos de conmemorar el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, y en este 2025 bajo el lema “Para las mujeres y niñas en toda su diversidad: Derechos, igualdad y empoderamiento”; enarbola y representa años de luchas, movimientos e intervenciones sociales, políticas, económicas y académicas que han dado como resultado la mejora de las condiciones de vida y visibilidad de las mujeres en el mundo.
Haciendo una retrospección hacia lo que ha sucedido en años recientes – cuando menos en México – con respecto a las manifestaciones públicas que han organizado colectivos y asociaciones civiles para visibilizar su descontento con las restricciones que han mantenido a las mujeres sometidas por tantos años, así como por la creciente concientización del crecimiento de la violencia y crímenes emanados de esta, se derivan algunas inferencias.
El evento, se ha convertido – más que una conmemoración – en una suerte de feriado o día social como lo es el 14 de febrero, el día de la madre o del padre. Es decir, se hace un llamado y se pone atención exactamente un día, puesto que, para atender a los encontronazos de las manifestantes, desde días antes se fortifica Palacio Nacional y se extiende un “muro de la paz” como lo nombra el gobierno federal. Las protestas, sin embargo, se hacen presentes y se le denomina “muro de la memoria” al transformarlo en un collage de fotografías y texto que sirven como un mecanismo emisor de un mensaje que se aprecia cargado de frustración y violencia.
Y no es para menos, las estadísticas hablan por sí mismas y también las narrativas, recolecciones etnográficas y los medios contemporáneos de información como lo son las redes sociales cumplen un papel medular en la publicación y retransmisión de interpretaciones muy personales de mujeres que han sido víctimas de abuso. Se pueden identificar los mecanismos de las micro violencias, como éstas progresan hacia formas más poderosas de control y, para efecto de prevenir a las nuevas generaciones, se hacen listas de comportamientos que representan “red flags” o banderas rojas de advertencia.
Se hacen campañas de comunicación para darle visibilidad al problema. Se hacen reformas a las leyes. Se alzan las empresas y las instituciones y se “toman medidas para mejorar las condiciones laborales” como una muestra de que las organizaciones económicas se toman en serio la problemática del techo de cristal.
Se utiliza la concientización – o en términos mercadológicos el awareness – de un evento que se capitaliza como una forma de branding o marca social que se apropian las empresas para presentar un frente que manifiesta una preocupación y, sobre todo, acción con respecto a estas interacciones sociales.
Esto, representa una simulación. Basta analizar artículos recientes que evalúan el progreso de las mujeres en puestos de alta dirección o de toma de decisiones para evidenciar las disparidades laborales y salariales. Se aprecian también dificultades para ascender puesto que se permite que lleguen hasta cierto nivel. Se genera otro discurso, uno con un mensaje que se aprecia alentador y solidario. Pero al final, discurso nada más.
**PTC – Facultad de Mercadotecnia – SNII 1 – Líder del UCOL-CA59
*Esta columna es desarrollada por integrantes del UCOL-CA59 La mercadotecnia y su relación con las ciencias sociales, adscrito a la Facultad de Mercadotecnia de la Universidad de Colima.
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