Por María M. Mur
Amira Arratia lo recuerda como un impulso completamente irracional y solo fue consciente años después de la magnitud de su valiente gesta: resguardar videos históricos del derrocado presidente Salvador Allende y del poeta Pablo Neruda en una Televisión Nacional de Chile (TVN) tomada por los militares tras el golpe de 1973.
Arratia era una joven de 21 años que combinaba sus estudios de Bibliotecología y Documentación en la Universidad de Chile con un trabajo a tiempo parcial en el canal, cuando el general Augusto Pinochet se hizo con el poder e instauró una cruel dictadura que duró 17 años y dejó más de 3,200 ejecutados y detenidos desaparecidos.
“Los militares llegaron a la televisión el primer día (después del golpe) y se instalaron acá porque este era el canal del Estado. Era la primera fuente que había que acallar. Era la voz de la Unidad Popular”, explica la hoy jefa de Documentación de TVN.
En el sótano de la televisión, en medio de uno de los estrechos pasillos del archivo -el más grande de Chile y uno de los más importantes de Latinoamérica-, Arratia recuerda que aquel 11 de septiembre tenía que entrar a trabajar por la tarde y que el bombardeo al palacio presidencial de La Moneda le sorprendió en su casa porque la universidad estaba de huelga.
Días después, le pidieron que se reincorporara a su puesto y se encontró un escenario “desolador”: muchos compañeros habían desaparecido, otros habían sido despedidos; el entonces director de prensa de TVN, Augusto Perro Olivares, se había suicidado junto a Allende en La Moneda; y en el patio del canal había constantemente cambios de guardia.
Aberración histórica
Uno de los generales a cargo de la televisión le llamó a su despacho con un encargo muy concreto: eliminar todos los archivos relacionados con el Gobierno de la Unidad Popular (1970-1973).
“Entre el trayecto de su oficina a la mía, me dije que esto era una aberración histórica. Yo estaba estudiando Bibliotecología y Documentación, me estaban enseñando a preservar los materiales y no podría ser yo la que se hiciera cargo de ese tremendo error histórico”, asegura.
Cuando llegó al archivo, sacó varias fichas del catálogo y las guardó en su escritorio. Sin las fichas, era imposible encontrar en la bodega las cintas que contenían las imágenes “prohibidas”.
No se acuerda de cuántas fichas fueron exactamente, pero sabe que entre ellas estaba, por ejemplo, el discurso en el que Allende decretó la nacionalización del cobre en julio de 1971; la visita a Chile en noviembre de ese mismo año del líder de la revolución cubana, Fidel Castro; o la ceremonia de entrega del Nobel a Pablo Neruda en diciembre.
¡Creo que los militares no eran conscientes de todo lo que nosotros teníamos, pero sí que éramos un canal que había tenido mucha producción durante la Unidad Popular!, subraya Arratia, quien recientemente fue homenajeada por el estatal Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) por ser ¡una heroína anónima que permitió resguardar la memoria”.
Un acto por la historia
Las fichas permanecieron años en un cajón de su oficina, pese al riesgo de ser descubiertas. Junto a ellas, Arratia guardó celosamente otro material comprometedor: copias de las imágenes que los corresponsales extranjeros grababan sobre las protestas contra Pinochet y que su canal no podría cubrir.
“Era increíble lo que estaba pasando y no lo teníamos registrado en TVN. Nos ayudaron mucho a saber después qué era lo que realmente había sucedido”, subraya.
Echando la vista atrás, Arratia dice que afortunadamente nunca fue consciente de los peligros a los que se enfrentaba porque, si lo hubiera sido, “quizá la historia sería distinta”.
“Siempre he dicho que esto fue un acto que tenía que ver con el resguardo de la historia”, reconoce la documentalista, galardonada con el Premio Anatel 2023 de la Asociación Nacional de Televisión por “arriesgar su vida por el patrimonio audiovisual e histórico de TVN y del país”.
Chile llega a la conmemoración de los 50 años del golpe más polarizado que nunca, con ciertos grupos de derecha y extrema derecha justificándolo, algo que Arratia ve con tristeza: “No sabes cómo me gustaría que este Chile tan herido en algún tiempo pudiera curar esas heridas”.
“La historia -concluyó- la podrás cambiar de acuerdo a tus vivencias, pero no la puedes negar y, mucho menos, borrar”.
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