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EDITORIAL: Clave para disminuir violencia en la sociedad

Por Redacción Abr29,2025 #Editorial

Abrumados por conflictos, desigualdades y violencia, la educación superior emerge como una de las herramientas más poderosas para construir sociedades más justas, pacíficas y prósperas. Por ello, resulta imperativo reflexionar sobre el papel de las universidades, no solo como centros de conocimiento, sino como motores de transformación social capaces de reducir los índices de violencia que laceran a nuestras comunidades.

La violencia, en sus múltiples manifestaciones, tiene raíces complejas que van desde la pobreza y la exclusión social hasta la falta de oportunidades y educación. La educación superior no solo provee conocimientos técnicos y científicos, sino que fomenta valores fundamentales como la tolerancia, equidad, justicia y respeto por la diversidad. Las universidades no son meros espacios de formación profesional, son también laboratorios donde se gestan ciudadanos críticos, conscientes y comprometidos con su entorno.

La Universidad de Colima (UdeC), como Máxima Casa de Estudios de nuestro estado, tiene un papel crucial en ese proceso. A través de programas académicos, actividades culturales y proyectos de vinculación social, nuestra institución contribuye directamente a la formación de jóvenes que no solo aspiran al éxito profesional, sino también a ser agentes de cambio en sus comunidades. Es en ese espacio donde se puede sembrar la semilla de una convivencia pacífica y solidaria, especialmente en un estado que, como muchos en México, enfrenta desafíos significativos en materia de seguridad.

La vinculación entre educación y reducción de la violencia ha sido demostrada por diversos estudios. Por cada año adicional de escolaridad, las tasas de criminalidad tienden a disminuir de manera significativa, pues las personas adquieren herramientas para resolver conflictos de manera pacífica y se integran a mercados laborales que ofrecen mejores condiciones de vida.

En el caso de la educación superior, sus beneficios son aún más profundos, al formar individuos con capacidad para liderar iniciativas comunitarias, desarrollar investigaciones que aborden problemáticas sociales y promover políticas públicas más efectivas.

Son muchas las voces que llaman a invertir más en educación superior, ya que no es solo una estrategia para impulsar el desarrollo económico, sino también un acto de justicia social y una apuesta por la paz. Las universidades tenemos el deber de formar no solo profesionistas, sino ciudadanos íntegros, capaces de imaginar y construir un Mundo sin violencia.

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