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COLUMNAS: Palabras prohibidas

Por Redacción May7,2025

Capturas de pantalla falsas: ¿Diversión o riesgo?

Por Fernando Castillo*

Así como avanza la tecnología, también se multiplican las formas en las que se puede manipular la información. Recientemente, me topé con una página (que no voy a mencionar, por obvias razones) que, de forma gratuita, permite a cualquier persona crear capturas de pantallas falsas: conversaciones de redes sociales, tickets de compras o supuestos pagos. El servicio se promociona como una herramienta para hacer “bromas” y “contenido de humor”, pero, ¿hasta qué punto este tipo de bromas digitales son realmente inofensivas?

Aunque las bromas siempre han sido parte esencial de la convivencia y de nuestra cultura, en el mundo digital ese mismo contenido que llamamos humor puede amplificarse al punto de cruzar la línea y causar daño.

Es cierto que algunas personas utilizan estas herramientas para hacer reír a sus amigos con capturas absurdas de conversaciones cómicas. Pero también está el otro extremo: la estafa. Si generar contenido falso está al alcance de cualquiera, imagina una captura diseñada para manchar la imagen de alguien o desinformar. En un contexto donde ya cuesta distinguir lo real de lo manipulado, una imagen falsa puede tener consecuencias muy reales.

Una broma no siempre hace reír

Si la intención es divertir, el uso de estos recursos plantea varios escenarios éticos:

– El consentimiento. ¿Es válido crear una captura falsa que involucre a otra persona sin su permiso?

– Las consecuencias. Una imagen de una captura de pantalla manipulada puede terminar en manos equivocadas y causar desde conflictos personales hasta problemas legales.

La responsabilidad. ¿Qué papel juegan las plataformas que ofrecen estas herramientas? ¿Deberían establecer límites o advertencias?

Aunque algunas de estas páginas incluyen marcas de agua en sus imágenes, ya hemos visto —como lo mencioné en columnas anteriores— que la inteligencia artificial puede eliminarlas fácilmente. Y no podemos ignorar que nuestras fotografías de perfil, las mismas que subimos voluntariamente a internet, pueden ser utilizadas por terceros sin nuestro conocimiento ni consentimiento. En un mundo hiperconectado, lo que compartimos deja de pertenecernos apenas lo publicamos.

Y aunque el humor seguirá siendo una herramienta poderosa, también es necesario ejercitar la empatía. Lo que para unos es una broma, para otros puede significar humillación, difamación o incluso violencia simbólica.

Tal vez la pregunta más urgente no es si deberíamos reírnos de estas bromas, sino: ¿qué tan preparados estamos para lidiar con las consecuencias de una mentira bien diseñada?

*Licenciado en Lingüística por la Universidad de Colima.

¿Tienes una experiencia similar o una opinión distinta? Escríbeme a lcastilloochoa@gmail.com o visita www.palabrasprohibidas.com para leer más columnas sobre tecnología, lenguaje y vida digital.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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