En un entorno competitivo, la educación tiende a centrarse en métricas y resultados tangibles, como calificaciones o índices de egreso. Y aunque ello es importante, en la Universidad de Colima (UdeC) se reconoce que la verdadera transformación no radica únicamente en los logros académicos, sino en el impacto humano y social que cada estudiante puede generar en su comunidad.
El reciente reconocimiento a las y los estudiantes tutores pares, tanto de nivel medio superior como superior, no solo resalta la excelencia de un programa ejemplar, sino que evidencia el compromiso de nuestra comunidad universitaria con los valores de empatía, solidaridad y colaboración. Esas y esos jóvenes no solo se enfrentan a los desafíos inherentes a su formación académica, sino que deciden, con valentía, ser guía y apoyo para quienes más lo necesitan.
El programa de tutorías pares no es un gesto trivial; es una muestra tangible de cómo la educación puede ser una herramienta de cohesión social. En un contexto en el que las trayectorias escolares pueden verse amenazadas por innumerables factores, los tutores pares son ese hilo que, como bien lo expresó el Rector Christian Torres Ortiz Zermeño, une las etapas clave del desarrollo educativo: ingreso, permanencia y egreso.
Estas y esos estudiantes no solo comparten conocimientos, sino que ofrecen tiempo, escucha y acompañamiento. En sus palabras y acciones resuena un ideal que va más allá de lo académico: la aspiración de construir una Universidad en la que nadie se quede atrás. La experiencia de ser tutor par es, como dijo Alexia García, un acto de solidaridad que transforma vidas, no desde las teorías, sino desde las interacciones humanas más profundas.
El impacto de esa labor no puede medirse únicamente en cifras; está en cada estudiante que logra superar un obstáculo, en cada historia de perseverancia y en cada agradecimiento sincero que se escucha en los pasillos de nuestra Casa de Estudios. Porque, al final del día, los tutores pares son el puente que permite a muchos ver más allá de sus propias limitaciones y descubrir su potencial.
Ese reconocimiento, por tanto, es también un llamado a seguir construyendo una comunidad universitaria más fuerte y solidaria. Es un recordatorio de que la educación no se trata solo de acumular conocimientos, sino de formar seres humanos integrales, comprometidos con el bienestar colectivo.
Hoy más que nunca, la Universidad de Colima reafirma su compromiso con la pertinencia que transforma, y lo hace a través del esfuerzo y dedicación de sus estudiantes tutores. Su labor es una inspiración y una promesa de que, juntos, podemos construir un futuro más justo y equitativo, donde nadie se quede atrás.

