En un Mundo sacudido por conflictos, desigualdades y tensiones sociales, las instituciones de educación superior implican esperanza de desarrollo para cualquier sociedad. Las instituciones de educación superior tienen un papel fundamental no solo como transmisoras de conocimiento, sino también como espacios privilegiados para la formación de valores y principios que promuevan una convivencia pacífica y respetuosa.
La cultura de paz, definida por la Unesco como un conjunto de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos mediante el diálogo y la negociación, debe ser un eje central en la agenda de nuestras universidades. ¿Por qué? Porque en sus aulas, talleres y laboratorios se encuentran los futuros líderes, docentes, científicos y ciudadanos que tendrán en sus manos la construcción de nuestras sociedades.
Incorporar esa perspectiva implica más que la organización de foros o campañas esporádicas. Requiere integrar de manera transversal la cultura de paz en los planes de estudio, promover investigaciones enfocadas en la resolución de conflictos y fomentar actividades que impulsen el entendimiento intercultural y la justicia social.
Además, las universidades deben ser agentes de cambio en sus comunidades inmediatas, trabajando de la mano con organizaciones civiles, autoridades y grupos vulnerables para extender este mensaje más allá de sus campus. En un país como México, donde la violencia y la inseguridad representan retos significativos, la Universidad de Colima tiene una oportunidad única de liderar con el ejemplo, mostrando que la educación no solo combate la ignorancia, sino también el odio y la intolerancia.
No debemos olvidar que la cultura de paz no se enseña únicamente con palabras, sino con acciones. Instituciones que fomentan la inclusión, la participación democrática en sus órganos colegiados y el respeto a la diversidad son el reflejo vivo de los valores que buscan transmitir. Las y los estudiantes, al ver esos principios en práctica, serán más proclives a replicarlos en sus entornos. El reto está en nuestras manos.