Por Mtra. Ruth Holtz*
Seguramente cuando te has sentido mal por un asunto de tu vida que no marcha bien, cuando sufres en una relación o estás estresado por cuestiones de trabajo, “te tensas”. Los músculos no funcionan independientemente de la mente y de las emociones “como si” fueras un ser minúsculo controlando un robot que es tu cuerpo. Nos guste o no, “somos nuestro cuerpo”, pero el cuerpo es más que una cosa material como una silla, una mesa o un coche. En nuestro cuerpo se ha materializado nuestra historia, de tal manera que podemos reconocer las emociones reprimidas, los traumas y el dolor padecido en él. Es como El retrato de Dorian Grey, en el que en una pintura de su cuerpo ve las huellas de todo lo que le sucede, en lugar de en su cuerpo físico para hacer obvio al lector el impacto del personaje por las “huellas” que la vida le ha dejado.
Muy al principio de mi formación como terapeuta psicocorporal escribí mis primeras vivencias: “Ha sido una experiencia muy enriquecedora para mí que como profesional de la terapia psicocorporal haya palpado pensamientos en músculos y huesos, emociones en temperaturas y colores, dolores en posturas y gestos, miedos en tensiones y desviaciones de columna. Somos seres corporales. Somos huesos asentándose en el mundo, somos músculos manifestando pensamientos sensibles, somos nervios crispándose de emociones, somos corazón llevando sangre con mensajes de toda nuestra infancia, somos materia gris hecha de todo lo que hemos aprendido a lo largo de los siglos. Somos cuerpos manifestando espíritus, somos almas corporales. Nuestro cuerpo es nuestra vida a la vista de todos, en forma material y concreta. Nuestra más profunda interioridad está a flor de piel”.
Por eso no basta con hablar, sino que hay que incorporar al cuerpo en el tratamiento como aquel espacio donde hemos descargado gran parte de lo que nos ha pasado, lo bueno y lo malo, lo traumático y lo feliz, la vergüenza y el placer. Porque las emociones no son cosas etéreas, sino están aunadas a procesos fisiológicos. Y pensar es una experiencia emocional nada separada de esa unidad que somos. Así una tensión muscular puede ser la historia oculta de un conflicto en acción, un trauma, la huella de un sufrimiento o la estrategia para bloquear reacciones emocionales, sexuales y agresivas que no queremos experimentar. Por eso en psicoterapia practicamos bioenergética y masaje como parte de lo que puede destrabar la historia inconsciente. Toda contractura tiene una historia detrás que guarda heridas emocionales.
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