Sáb. Dic 6th, 2025

COLUMNA: Cotidianas

Por Redacción Ago13,2025

Dice el Tao

Por Jorge Vega

Si lo interrogáramos sobre el hombre y la mujer de estos tiempos, el Tao nos diría que la pregunta no es ¿quién manda?, sino ¿qué energía necesitamos?

Los chinos antiguos desarrollaron el concepto del yin y el yang, donde el yin es lo femenino, lo receptivo, la luna, el frío, la tierra, la quietud y lo que nutre, y el yang lo masculino, el sol, el calor, el cielo, el movimiento. Esto, nos aclara el Tao, no tiene que ver con el género.

Hay un círculo, mitad blanco y mitad negro, con líneas curvas y un punto de color opuesto en cada lado, llamado Taijitu, que expresa la idea de que el cambio es constante y que cada mitad contiene en sí misma el germen de su opuesto. Que se complementan.

Y a pesar de que no se refiere al género sino a las energías, por siglos se asoció a la mujer con el yin (el cuidado, la escucha, el hogar, la receptividad) y al hombre con el yang (el proveedor, protector, la iniciativa). Pero esa idea, al parecer, sólo cargó el peso hacia un lado, detuvo el movimiento y hoy estamos en guerra.

Hoy, muchas mujeres reclaman su yang (iniciativa, independencia, liderazgo) y algunos hombres, bajo amenaza, exploran su yin (cuidado, vulnerabilidad, escucha). Y eso ha desatado los demonios del miedo. Muchos hombres ven a las mujeres como una amenaza a su identidad y algunas mujeres ven a los nuevos hombres como débiles y sin atractivos.

Nadie cede, nadie se pregunta qué energía es mejor ahora que ha enloquecido Donald Trump y que el mundo está llegando a su punto climático de no retorno. Nos olvidamos de que juntas, fluyendo en armonía, las energías del yin y el yang le dan forma, rumbo y sentido a la realidad, y que más que en guerra, estas energías deben danzar, y en una danza a veces uno guía y en otras se deja guiar.

El Tao nos dirá también que ahora nadie escucha, que es más estimulante dar nuestra humilde opinión en redes sociales. Por su parte, la experiencia nos dice que cuando el yin y el yang están en modo guerra, ambos pierden.

Podríamos recordar cómo escuchar a la naturaleza, sus ritmos, cómo volvernos flexibles (pero nadie escucha, nadie lee). Danzar de nuevo, aunque nos pisemos los pies en un principio.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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