La fragilidad de los ecosistemas costeros frente al crecimiento antropogénico
Por Julieta Hernández López*
La zona costera con el asentamiento humano más antiguo registrado es Byblos, en el Líbano, que data de alrededor del año 5000 a.C. mientras que, en el litoral del occidente mexicano, las evidencias de asentamientos humanos datan del 3600 a.C y alrededor del 1000 a.C. Toda esta región costera desde Colima hasta el norte de Sinaloa ya había sido colonizada. Lo anterior sugiere que desde tiempos ancestrales las poblaciones humanas se han asentado en la zona costera, principalmente por la disponibilidad de recursos y las ventajas que el mar ofrece para la supervivencia y conectividad, en donde las actividades como la pesca, la navegación y el comercio han propiciado el desarrollo de grandes civilizaciones.
Además, en estas zonas, la desembocadura de los ríos proporciona acceso al agua dulce y muchas veces ofrece suelos fértiles y climas propicios para la agricultura. En épocas más actuales, las costas se han vuelto atractivas para el desarrollo del turismo, algunas de las zonas turísticas más importantes a nivel mundial incluyen destinos costeros. Sin embargo, el desarrollo antropogénico ha ocasionado el deterioro de ecosistemas como playas, manglares, dunas, arrecifes coralinos entre otros, ocasionando la pérdida de funciones ecológicas clave y de biodiversidad.
El cambio de uso de suelo es uno de los principales factores del deterioro de ecosistemas que se asocia a la expansión urbana, los desarrollos turísticos, industriales, portuarios y el crecimiento agrícola, que causa la remoción de la vegetación costera y la fragmentación del hábitat alteran el ciclo hidrológico e interrumpen procesos ecosistémicos esenciales. Aunado a lo anterior, la pérdida de barreras naturales, como dunas y manglares y la construcción de infraestructura ocasiona cambios en los flujos hidrodinámicos y de sedimentos, ocasionando un desbalance que trae consigo procesos de erosión costera. La erosión aumenta la vulnerabilidad del litoral ante el oleaje y las tormentas, poniendo en riesgo al ecosistema, a la infraestructura desarrollada y a las vidas humanas.
Otro factor crítico es la contaminación. El crecimiento de la población ha ocasionado la generación de residuos sólidos, líquidos y gaseosos, contaminando así el agua, el aire y los suelos de los ecosistemas costeros, causando problemáticas en los ciclos biogeoquímicos de algunos componentes como el nitrógeno, el fósforo y el carbono que posteriormente pueden causar problemas en diferentes eslabones tróficos.
Para enfrentar estos desafíos y muchos otros, es imprescindible adoptar una visión integral de los ecosistemas costeros, que considere su desarrollo sostenible con la finalidad de garantizar su existencia, la continuidad de los servicios ecosistémicos y la biodiversidad. En los ecosistemas que ya han sido afectados, muchas veces no basta un plan de conservación, es necesario implementar planes de restauración que busquen recuperar la estructura y funcionamiento de los ecosistemas degradados.
Bajo esta visión surgen diversos proyectos generados en la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad de Colima. Un caso de estudio en la zona costera del estado de Colima es el sistema de manglar que bordea la laguna de Juluapan, que, en los últimos años, el desarrollo del área ha ocasionado el fraccionamiento del ecosistema principalmente por la construcción de caminos, la pérdida de cobertura de manglar por cambio de uso de suelo y los aportes de materiales de relleno o escombro que han modificado las características sedimentarias de algunas zonas.
Desde 2023 se ha monitoreado la estructura del manglar de la laguna de Juluapan, así como algunos de los procesos que ocurren en el sistema, en donde se ha encontrado la disminución de la densidad, altura y grosor de los manglares, principalmente en las zonas más alteradas antropogénicamente. Además, se ha detectado una disminución de las reservas de carbono aéreo en las zonas degradadas. Durante estos años, también se ha trabajado en la identificación de las problemáticas y las posibles acciones para la restauración del manglar, que además interactúa con otros ecosistemas que también se han visto afectados, como las comunidades arrecifales presentes en el océano adyacente y la calidad del agua en la laguna de Juluapan.
Algunos de estos resultados fueron presentados recientemente en el VII Congreso Mexicano de Ecosistema de Manglar (https://www.ecosur.mx/realizan-vii-congreso-mexicano-de-ecosistemas-de-manglar-en-ecosur/), realizado en junio del presente año en Tapachula, Chiapas, en donde se compartieron experiencias en otros sistemas con problemáticas similares en otras regiones del país. Con estos proyectos se pretende brindar herramientas para la generación de planes integrales en la zona costera en donde el desarrollo económico pueda considerar la conservación y restauración de los ecosistemas costeros.
*Profesora-Investigadora de la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad de Colima
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